Por Edmundo Cázarez C.
El pasado sábado 19 de junio de este agitado 2021, se cumplieron 11
años de la desaparición física de Carlos Monsiváis. Uno de los mejores
escritores mexicanos. Considerado como un auténtico intelectual y uno de los
mejores cronistas que ha tenido la Ciudad de México.
A manera de sencillo reconocimiento a su incansable labor literaria y
periodística, es mi deseo publicar nuevamente, pero esta vez de manera
completa, la entrevista exclusiva que me concedió hace 22 años, y que en ese
entonces se publicó simultáneamente en los periódicos El Sol de México, La
Prensa y todos los diarios que integran Organización Editorial Mexicana, los
días 3 y 4 de agosto de 1999, pero debido a la línea editorial existente, dejó
fuera anécdotas e interesantes afirmaciones que ahora deseo compartir con
usted, estimado lector de INDICE POLITICO.
No obstante que su trato era sencillo y amable, no era nada fácil
lograr que Monsiváis aceptara una entrevista exclusiva, derivado por sus
múltiples compromisos con estaciones de radio y televisoras, en donde era muy
frecuente su participación en mesas de discusión sobre temas muy diversos. Así
como el sinnúmero de conferencias que ofrecía en universidades e institutos de
educación superior a lo largo y ancho del territorio nacional, en donde,
literalmente, era ovacionado por los asistentes.
Dice el refrán que el que persevera alcanza y optamos por no declinar
en nuestro propósito. Aunque pareciera una verdadera plaga o fastidio atendía,
una y otra vez, de manera amable y respetuosa, el sinfín de llamadas
telefónicas realizadas tanto a su celular como al teléfono de casa. Hasta que
por fin, tuvo a bien darnos una fecha y hora para concretar la entrevista. De
esta manera, sin pensarlo más, acudimos a la cita acordada. Sabía
perfectamente, que quizás, sería la última vez que pudiera estar con él, y de
manera exclusiva.
Al recibirnos en el portón
principal que da acceso a su “refugio intelectual”, y justo al momento de abrir
una pequeña puerta metálica de color negro totalmente deteriorada por el paso
del tiempo, deja escapar un agudo y tétrico ruido que quizás, asemejaba como si
se tratara de una mansión embrujada. Se le nota desganado, sin bañar y portando
una camisa de color negro de manga larga y un suéter abierto de estambre color
gris con puños totalmente desgastados y manchados de café o refresco.
Rodeado por sus 18 tiranos, la alborotada melena llena de canas de
Carlos Monsiváis, es lo único que resalta entre un montón de libros,
periódicos, revistas y papeles de todo tipo que hay sobre la cubierta de un
destartalado y viejo escritorio de madera color café, situado en el interior de
un rudimentario, pequeñísimo e improvisado estudio/biblioteca, celosamente
vigilado por 18 gatos de todos colores, tamaños y razas que se han adueñado materialmente
de la planta baja de una vetusta casona ubicada en el barrio San Simón de la
popular colonia Portales en la Ciudad de México.
En este lugar, el orden y la limpieza es lo que menos importa, los
gatos han establecido su poderío al grado tal que nuestro personaje se tiene
que conformar con sentarse solamente en la orilla de un muy desgastado sillón
giratorio de vinyl color ámbar. Además, su refugio intelectual es tan reducido
que al saltar los gatos, de un lado a otro, derriban las torres artificiales de
libros, motivo por el cual, “Monsi”, se distrae constantemente durante el
desarrollo de la entrevista.
Los cristales de sus grandes anteojos, parte importante de su
personalidad, parecen resguardar la cansada vista de mi entrevistado. Esbozando
una forzada sonrisa, a manera de bienvenida, exclama: “Me van a perdonar el
tiradero que hay, la verdad, es que no he tenido tiempo de darle una
“arregladita a mi estudio”, lo expresa al percatarnos que hace verdaderos
malabares para no pisar los excrementos de los felinos, justo al momento de
iniciar la entrevista, a lo que de manera amable, me pide que sea una charla
entre amigos porque las solemnidades simple y sencillamente le “cagan”.
-Lo veo en la televisión, en el cine, leo sus artículos en periódicos y
revistas, lo escucho en la radio, he leído varios de sus libros y me pregunto
¿Quién demonios es Carlos Monsiváis que está en todas partes?
-Antes de responder, denota un poco de molestia o estar incómodo por la
presencia de sus mascotas que se cruzan una y otra vez entre quien formula las
preguntas y quien las responde, además, el sofocante calor que se registra en
el lugar, intensifica el asfixiante olor de orines de los felinos, sin embargo,
con su mano derecha, acaricia el lomo y cabeza de uno de ellos y me dice: “Esa
es una pregunta que me deja un tanto a oscuras. Supongo que Carlos Monsiváis es
el propietario de un nombre que está asociado con la publicación de textos.
Pero también, supongo que es el propietario bastante incierto de una
trayectoria académica incompleta”.
-¿Acaso Carlos Monsiváis camina por la vida dejando a su paso cosas
incompletas?
-Antes de responder, suspira profundamente, estira los brazos hacia
arriba, acomoda sus enormes lentes en la nariz y de nueva cuenta, pasa su mano
sobre el lomo de uno de sus gatitos que se quedó sentado junto a su amo. “Antes
de contestar su pregunta, quiero saber ¿Qué tiene Edmundo Cázarez que lo
convierte en un ser irremediablemente irreverente y preguntón? Si le dije
incompleta, es porque hice una carrera universitaria pero no me recibí y
supongo…
-¿…Cómo un coitus interruptus?
-No, con usted ya no supongo nada, se mete hasta la cocina. ¡¡No ya no
supongo…!!
-… Entonces me va dejar así, sin saber más?
-Bueno, le puedo decir que Monsiváis es el feliz depositario de la
amistad de gente que le importa muchísimo, pero finalmente, estoy convencido
que es el dueño de una incapacidad de decir no y que lo lleva a tener que
enfrentarse a un interrogatorio periodístico que empieza con la pregunta
imposible de ¿Quién demonios es Carlos Monsiváis?
-Bueno, no se me enoje. Me imagino que siempre estuvo convencido que
sería un escritor tan destacado…
-Vaya, vaya. Pues no se ande imaginado cosas porque no creo ser un
escritor nada importante, y yo, no tengo porque imaginarme lo que no se
cumplió. Ahora resulta que viene a mi casa un intrépido reportero a complicarme
la existencia. Bah, nada más me faltaba eso.
-¿Cuando menos conserva algo de su etapa infantil y de cómo la vivió?
-Desdichadamente y tengo que aceptarlo, no fue una niñez aventurera
(Intempestivamente y al paso de un helicóptero a muy baja altura por arriba de
su casa, el rostro de “Monsi” se torna adusto, con cierto enfado, me indica
esperemos un segundo mientras la aeronave se aleja del lugar, resultaba casi
imposible seguir conversando). “Como le decía, no fue una niñez apasionante en
el sentido normal de la ciudad, si así le podemos llamar, sino una niñez
absolutamente libresca”.
-¿A lo mero macho, le gustaban màs los libros que las pelotas o los
carritos?
-Mi verdadero júbilo eran las librerías del Centro Histórico y lo
siguen siendo.
-Pero vamos, ¿Cómo se divertía?
-Ah bueno, gocé muchísimo en los cines Estrella, Britania y en el
Ajusco, en donde pasaban tres películas, lo que me permitió hacerme de una
cierta cultura cinematográfica.
-¿La combinación perfecta, el cine con los libros?
-Pues como te decía, también fue una niñez de lectura de folletones con
Eugenio Sue, Víctor Hugo, Carlos Dickens, Manuel Payno, así como lecturas
azoradas de clásicos, en fin, una verdadera desdicha porque si algo no tuve…
-¿…Las travesuras propias de los niños…?
-Ah pero… ¿Acaso lleva tanta prisa? Lo que no tuve, fue esa infancia
belicosa y que después te permite maduraciones tan ostentorias. Carlos
Monsiváis fue un niño estrictamente libresco…
-¿…Pues qué aburrido, no?
-Pues sí. Qué se podía esperar de un niño de clase media/baja, pero de
a tiro muy baja!!!
-¿Una infancia de privaciones?
-Pero eso sí, con lo necesario o suficiente para que me pudieran
comprar libros, porque veían en mí, que no tenía mayores pretensiones.
-¿Un niño colmado de mimos?
-De nueva cuenta, levanta y estira sus brazos. Se rasca la nuca con la
mano derecha. Me observa detenidamente y me dice: “¿Mimos? No, la verdad es que
no ni mucho menos en exceso. Más bien, la soledad del que está profundamente
convencido que lo mejor que le puede pasar es leer una novela de Agatha
Christie.
-¿Un prematuro intelectual?
-Creo que fui un buen estudiante hasta la preparatoria, pero tampoco
muy asombroso que digamos.
-¿Un verdadero “nerd” o de plano un burro del montón?
-Tenía buenas calificaciones, pero más que eso, la memoria me ayudaba
mucho y me permitía enfrentarme a las materias sin mayor problema, aunque
transcurrido el examen ya se hubiese evaporado cualquier conocimiento.
-¿Se iba de pinta?
-Con sonrojo, debo admitir que no fui tan mal escolapio. Mis escapadas
de la escuela en la secundaria y preparatoria fueron a las matinées de los
cines.
-¿Aspiraba llegar a ser un gran escritor o Secretario de Educación?
-No incursioné en la política ni quise saber nada de ella, me daba
asco, aunque tampoco hubiera podido. No recuerdo haber hablado ni una vez en un
acto público, salvo una que otra conferencia o participación en alguna mesa
redonda.
-¿Por qué siempre le ha gustado mantenerse en un bajo perfil?
-Siempre fui un preámbulo de lo que soy ahora.
-¿Monsi, un ser impredecible?
-Es que no hay demasiadas contradicciones, saltos o salidas abruptas.
-¿Genio y figura hasta la sepultura?
-Desde que me acuerdo, a los 13 o 14 años, soy más o menos la misma
persona, tal cual y como usted me lo dijo hace rato, es un profundo
aburrimiento, sobre todo, para la gente que no me conoce.
-¿Cómo es que logra despertar ese deseo por escribir?
-Por escribir no, màs bien, por la lectura. Es una cosa que se me ha
dado desde la infancia. –De pronto, se despoja de sus lentes y limpia los
cristales simplemente con las yemas de sus dedos, lo cual me sorprende
sobremanera-
-¿Qué tenía de bueno o de malo ser hijo único?
-La lectura, fue una pasión que se me dio al lado de ser hijo único, y
esto, tiene muchas desventajas, pero también, tiene un apoyo enorme el hecho
que nadie distrae tu tiempo y era todo para mí. Además, a los seis o siete años
de edad, descubrí que nada me absorbía tanto como descifrar signos sobre la
página de un libro.
-¿Cuál fue ese primer libro que lo deslumbró?
-Mi primer encuentro quijotesco fue con la colección Billiken que me
abrió las puertas de una niñez venturosa.
-¿Había lecturas un tanto desechables?
-Leí todas las traducciones de los clásicos y de héroes
latinoamericanos como Juárez, San Martin, O`Higgins, Bolívar y José Martí. La
lectura era una puerta a disposición de mis aficiones que luego me resultaron
perdurables, como toda la saga de los personajes de Emilio Salgari, Julio Verne
y Miguel Zèvaco. En fin, creo que pasé una niñez realmente feliz, pero a la
vez, un tanto anómala porque viéndolo bien…
-¿Jamás hizo ejercicio o
practicaba ningún deporte?
-A lo mejor, dentro de mí, había un gran atleta que se frustró o el
comandante de una nave de piratas, pero no fue así.
-¿Ni tan siquiera un alumno emprendedor?
-A fines de la primaria, de pronto, me encontré proponiendo en mi salón
que hiciéramos una biblioteca y obtuve un rotundo fracaso.
-¿Y en la secundaria?
-Pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en la biblioteca muy
desdichadamente…
-¿Tan poquito se quería?
-Digo que desdichadamente porque cualquiera hubiera querido una vida
aventurera.
-¿Cómo vivió y disfrutó el México de los años 40?
-El México de los años 40`s y 50`s, era bastante apacible en el sentido
político, aunque sólo se registró el momento de la irrupción del henriquismo, y
hasta eso, fue muy breve.
-¿Ahh, que tiempos aquellos...?
-Era un México muy discreto, recogible, tranquilo, seguro y en lo de
seguro, pongo mucho énfasis. También, con una posibilidad de aprovechamiento de
ofertas culturales, que después, la masificación ya no permitió.
-¿Un México ávido de cultura con la apertura del Palacio de Bellas Artes?
-Recuerdo haber oído y gracias a juventudes musicales, a las que
estaban abonados en la secundaria como María Callas y Alfredo Di Stefano en el
Palacio de Bellas Artes. También, recuerdo con mucho entusiasmo haber visto en
esos tiempos a grandes actrices inglesas en Bellas Artes.
-¿Costaba una fortuna comprar un boleto para Bellas Artes?
-¡¡Uy!! En esos tiempos no había problemas para adquirir boletos o ir
al cine.
-¿Un púber precoz?
-Era un púber o adolescente solitario. Las oportunidades de gozar la Ciudad
de México, culturalmente, me resultaban admirables y luego fui conociendo la
otra Ciudad de México.
-¿No me diga que no se daba sus escapadas a los cabarets?
-Si, como no!!! La vida nocturna
me asombraba y asustaba mucho. Tuve acceso a ella gracias a que en la
preparatoria, mis compañeros me llevaban al Teatro Margo para ver a Dámaso
Pérez Prado, eran realmente felices bailando el mambo.
-¿No me diga que era un torbellino bailando?
-Fue una habilidad que también me fue negada, pero eso, lo pude
solucionar un poco más tarde estando en la Facultad de la UNAM y con un muy
frecuente ingreso a los torbellinos de vida nocturna de los cabarets, centros
nocturnos y lugares misteriosos con personajes que todavía están muy en deuda
con José Clemente Orozco y con el cine de Alejandro Galindo o de Ismael
Rodríguez.
-¿Qué me dice de la orden del entonces Regente de Hierro que prohibía
la vida nocturna?
-Esto sucedió cuando estaba a punto de concluir mi paso por la
Facultad, ahí, se interrumpe una vocación un tanto de testigo, porque debo
admitir que ni bebía ni me precipitaba en intensos romances con jóvenes
prostitutas de corazón de oro, pero eso, me ayudó a entender a una ciudad que
permitía el acceso a cientos de miles al crear sus zonas prohibidas, y luego,
las rentabiliza gracias al cine y a la canción.
¿Me quiere decir que somos simples rehenes de nuestro pasado?
-¡¡Absolutamente!! Le guste o no, todos somos rehenes de nuestro pasado
y no conozco a ninguna persona que no lo sea.
-¿Un pasado turbulento?
-Nuestro pasado es la imposibilidad de nacer de nuevo a cada
conversación. En cada relación personal, de fingir ignorancia con respecto a
nuestros defectos y el olvido con respecto a nuestras virtudes.
-¿A lo mero macho, un pasado enigmático?
-Nuestro pasado es lo más premioso, esclavizante y judicial que
conozco.
-¿Cómo es el pasado consciente de Carlos Monsiváis?
-Mi pasado, es un agente del Ministerio Público que se ríe de mis
pretensiones de inocencia, de mi pasado y de cualquiera, pero no creo que sea
especialmente mi pasado.
-¿Una Inocencia probada?
-Todo ese deseo que tenemos de ser emblema de pureza y el candor se
contradice a cada momento. En cuanto entran las imágenes del pasado que nos asegura,
que por lo menos, hemos sido testigos de tantas cosas y que no tiene caso
presentarlos como la nueva generación ante nosotros mismos.
-¿Todos los mexicanos estamos cortados con la misma tijera?
-No solamente los mexicanos, sino todos los seres humanos. Eso va mucho
más allá. No hay nadie en el mundo que no tenga deudas, compromisos y huidas
con relación a su pasado.
-¿Simples esperanzas fallidas?
-No hay nadie que no contabilice sus esperanzas con la certidumbre que
van a defraudar su pasado.
-¿Ya que hablamos de Ernesto P. Uruchurtu, fue el mejor gobernante que
ha tenido la Ciudad de México?
-No sabría decirlo, pero desde luego, fue un hombre implacable que
procedió con un autoritarismo extremo. Que no respetó ninguna de las
necesidades de libertad de los ciudadanos, pero también, un hombre que creyó
posible regimentar el espíritu urbano.
-¿Un gobernante a destiempo?
-Yo creo que fue típico de una etapa en la que se pensaba que los
ciudadanos no existían y que a partir de esa premisa, fue un Regente, que como
él, no ha habido otro.
-¿La Ciudad de México, una urbe desmoralizada?
-Los valores no se perdieron. Se cambiaron. Se modificaron. Han sido
devorados por el neoliberalismo y triturados por la masificación, pero los
valores persisten. Si no existieran, no habría forma de salir a la calle ni
certidumbre alguna.
-¿Una policía siempre en vigilia?
-Creo que todavía hay policías honrados. Así como la gran mayoría de la
gente que uno trata es honrada.
-¿Qué hay de cierto con eso de que: El que no tranza no avanza?
-Yo trato de ser honrado y de esa certidumbre, les prendo la confianza
urbana que nos queda. Eso demuestra que no se han perdido los valores. Ahora
que la confianza urbana que me queda sea muy poca en relación a la que tuve,
pero también, eso demuestra que muchos de los valores habían sido triturados.
-¿Carlos Monsiváis se considera el cronista sucesor de Salvador Novo?
-Si fuera el nuevo cronista, tendría que traer conmigo una videocámara.
-¿Entonces, cómo debe ser un cronista en tiempos de la tecnología?
-Un cronista solamente armado de su computadora ya no tendrá la
capacidad de interpretar debidamente y
vamos a una crónica televisiva por fuerza.
-¿Qué tenían de especial las crónicas de Salvador Novo o las de José
Alvarado?
-Lo que fueron las crónicas de Salvador Novo o las de José Alvarado ya
no rigen porque la ciudad ahora es inmensa, amenazante e inabarcable. Ahora, la
gran crónica se podrá hacer es desde la televisión.
-¿Cómo son las crónicas de Monsi en plena etapa evolutiva?
-En mi caso, todavía estoy atenido a la cuartilla. Lo que intento, es
una crónica muy parcial y selectiva de lo que puedo abarcar. Hoy, uno necesita
de la movilidad de un helicóptero.
-¿Las crónicas citadinas serán exclusivas de los museos?
-Insisto, Vamos a una crónica televisiva y digital por fuerza. Un
reportero televisivo llega, capta la atmósfera que hay en el lugar. Presenta un
ultra hablando, luego, entrevista alguna autoridad o determinada persona,
registra los brotes de incomprensión y tiene posibilidades inmensas con
respecto a los recursos de un cronista de antaño.
-¿Lo que le tiempo se llevó?
-Un cronista puede atenerse a un personaje, a un líder ultra, a un
funcionario reacio a las soluciones, a un padre de familia aterrado ante la
posibilidad de que su hijo sea detenido por policías arbitrarios. En resumen,
el panorama de conjunto ya le corresponde a la televisión.
-¿Por qué se declaró abiertamente
simpatizante del PRD, espera la llegada de un Mesías que salve a México?
-Estoy estúpidamente decepcionado de lo que ha pasado en el PRD.
Acusaciones de fraudes en las elecciones. El PRD se ha convertido en un refugio
de caníbales políticos.
-¿El PRD llegará a convertirse en la primera fuerza política del país?
-No que va. El PRD debe reestructurarse porque su oferta política ya no
convence a nadie.
-¿Un nuevo Parque Jurásico?
-No puede haber una reestructuración nacional sin la presencia de una
auténtica y legítima izquierda, pero una izquierda decente, y eso, es lo que le
exijo al PRD que recapacite. No obstante que estimo mucho al ingeniero
Cuauhtémoc Cárdenas. Por cierto, Andrés Manuel López Obrador está cometiendo
barbaridades, y atrocidades en Tabasco que no se le pueden perdonar.
-¿Asegurado el rotundo fracaso del PRD en las elecciones del 2000?
-El PRD ya no es un partido convincente. Estoy seguro que sufrirá un
estrepitoso fracaso.
-¿Monsi para presi?
-Ni pensarlo. Lo que sí me gustaría, desde luego, es que las tres
fuerzas políticas contendientes tuvieran un reparto más o menos igualitario del
voto para que esto llevara al país a un equilibrio y no se daría si hay un
triunfo aplastante de una de las partes.
-¿Qué calificación le da a su amigo Cuauhtémoc Cárdenas como Jefe de
Gobierno de la Ciudad de México?
-En primer lugar, no es mi amigo. Creo que Cárdenas ha llevado al
gobierno de la Ciudad de México a un grupo de colaboradores muy honrados. Ha
introducido la novedad y ha intentado dar cumplimiento a proyectos que resultan
muy positivos.
-¿Ya me dijo los pros, pero que contras le ve?
-Ha tenido en contra su incapacidad de persuadir a la población de lo
que estuvo haciendo y no supo manejar su desgastada imagen, pero la debilitó
muchísimo más el canibalismo político del PRD.
-¿Con lo que me dice, debo entender que Cárdenas no podrá con el
paquete en caso de llegar a Los Pinos?
-Mire mi estimado Edmundo… ¿Quiere que le sea sincero? No veo ninguna
capacidad para ganar las elecciones a ninguno de los candidatos de la
oposición.
-López Obrador ya levantó la mano para ser presidente…
-Andrés Manuel lo estimo mucho, pero la verdad, está loquito! Sufre
desmedidos sueños de grandeza. Quiere
llegar a ser un Julio César o un Nerón.
-¿A lo mero macho, ya se divorció del PRD ya ni siquiera es su seguidor
o simpatizante?
-Fui votante del PRD pero ahora, ya no soy simpatizante ni mucho menos
seguidor. ¿Así o más claro?
-¿Por qué votaba por ellos?
-Porque me parecía el menos malo de las opciones. Afortunadamente, la
mayoría no estamos tan corrompidos, si eso fuera, sería invivible el país.
-¿Una izquierda comodina?
-Con la izquierda que dejó Cárdenas, hay un atraso político que tiene
que ver, básicamente, con los años 70`s del PRI en el poder, pero en este
momento, ningún partido me interesa ni me entusiasma, a lo más que llegaría en
el último caso, bajo protesta, y al no haber más por la opción menos lejana a
la izquierda.
-¿Cada quien jala agua para su molino?
-En México no existe ni un solo partido que esté a la altura de los
problemas y de las necesidades del país.
-Roberto Campa ha dicho, una y otra vez, que a México le urge una
revolución urbana…
-Las revoluciones no se necesitan en ningún lado. Las revoluciones son
una palabra cargada de un sentido de arrasamiento que no comparto.
-Entonces ¿Qué es lo que México necesita? ¿Otro terremoto como el de 85
para unirnos?
-Lo que se necesita es una reestructuración de prácticas éticas. De
legislación acorde a los cambios profundos que se han dado. De respeto al voto,
pero sobre todo, de una redistribución de la riqueza. Sin eso, no hay ninguna
salida.
-¿Estamos condenados al retroceso?
-Una concentración tan brutal de la riqueza como la que ahora padecemos,
ciertamente, no permite tan siquiera visualizar salidas con la mayoría de la
población involucrada en un proceso de pobreza, y a lo que se llega es a la
contemplación de su propia vida como un espectáculo lejano.
-¿Ser mexicano significa ser naco?
-La palabra del racismo es una aféresis del totonaco, de aquel que
desde su aspecto delata su condición indígena y en ese sentido, la mayoría
somos nacos y tenemos una procedencia indígena indudable.
-¿Nos avergonzamos de nosotros mismos?
-Tomando en cuenta el carácter estúpidamente peyorativo y racista de la
expresión, sí creo que naco significa ser mexicano, pero hay muchas otras
maneras de ser mexicano. Se puede ser “peizante”, en el sentido del aféresis de
europeizante, de rasgos y no pasa nada.
-¿Jodidos y delicados?
-Creo que ya la adscripción de la ciudadanía, a nombre de la identidad
física, es un proceso de principios del siglo XX y que ahora, lo que estamos
viviendo es una condición de mexicano basada en el cumplimiento de las leyes,
del uso de los derechos y en la noción muy clara de que ser mexicano es parte
de una condición internacional.
-¿Estamos preparados para aceptar la llegada de un presidente de la
República proveniente de la oposición?
-Estoy convencido que México está preparado para tener a un verdadero
presidente y no al representante de una horda de caníbales políticos ni al
representante de una mafia política.
-¿A lo mero macho, al mexicano le interesa tener un verdadero
presidente?
-Tener un presidente en el sentido republicano que a todos nos importa,
puede venir de cualquier lado pero menos del fraude.
-¿Peligroso que se pueda repetir el casi Colosio?
-No solamente peligroso sino monstruoso!!! A todos nos hundiría. Un
asesinato no sería…. Aunque ya sé que existen los “profetas”, sobre todo
norteamericanos, que hablan de la posibilidad de un nuevo asesinato político en
México, pero yo no creo que nuestra sociedad resistiese otro asesinato
político. Lo de Colosio fue bastante abrumador.
-¿Cómo ha visto la administración de Ernesto Zedillo?
-Muy buena para los neoliberales. Extraordinaria para la concentración
de la riqueza. Portentosa para los intereses bancarios y financieros y
magnífica para el ejercicio religioso.
-¿Somos católicos nada más cuando nos conviene?
-Eso no lo sé. Como nunca he sido católico, no podría generalizar una
experiencia que no me ha sido dada.
-Cada quien tiene un Dios ¿Cómo es el Dios de Carlos Monsiváis?
-Mire Edmundo, me hace sentir en el banquillo de los acusados.
Monsiváis tiene fe en una fuerza exterior, pero que le quede bien claro: Ni soy
fanático, mucho menos mojigato.
-¿Entonces, en quién demonios cree el gran Monsi?
-Creo en la grandeza del ser humano y en su condición intelectual, en
fin. Si nos ponemos a discutir sobre este delicado tema, ni usted ni yo tenemos
el tiempo necesario para ello, además, no llegaríamos a ningún lado…
-¿…Està molesto conmigo?
-No para nada. Al contrario, me tiene completamente sorprendido. Me
hace preguntas que no me esperaba ni tampoco le puedo responder. Me pone en
aprietos!!
-¿Pero si me puede decir cuál ha sido el mejor presidente que ha tenido
México?
-El peor, sin lugar a dudas, Carlos Salinas. ¿El mejor?, uff, es una
palabra muy amplia y muy comprometedora. ¿El menos malo? Adolfo Ruiz Cortines.
-¿En qué lugar colocará la historia al gran “Monsi”?
-No tengo la menor idea. Otra cosa que no me fue dada, es ser amigo de
la historia, pero creo que es un hombre bien intencionado, y eso sí, amigo de
los libros.
-¿Cuántos libros existen en la brillante trayectoria de este destacado
escritor?
-Usted me abruma con elogios que mucho le agradezco, pero que no
comparto y al mismo tiempo, me deja al descubierto esa increíble agilidad
mental que le admiro. ¡Cuántos libros he publicado? –se pregunta al momento de
percatarse que uno de sus gatos bebe del vaso en el que le sirvieron refresco.
Con la mano derecha se rasca su amplia frente y acomoda ligeramente su
alborotada melena y con ciertos “mimos”, aleja a su pequeña mascota- “Creo que
unos 15, pero lo que más me enorgullece, son los libros que he leído, mas no
los que he publicado.
-¿Algún favorito?
-El Nuevo Catecismo para Indios Remisos.
-¿Por qué?
-Es un libro que me divirtió mucho y al que le tengo un cariño muy
especial, además, esta es la primera vez que lo confieso. Caray, usted me hace
hablar como loro.
-¿Por qué tenemos la mala costumbre en despedazar a quien sobresale, de
usted se hablan horrores de su preferencia sexual?
-No tengo la menor idea. Yo creo que lo que sucede, básicamente, es que
la cercanía lleva a pensar que no puede haber valores tan ciertos, puesto que
es una gente a la que podemos ver todos los días y eso pasa en todas las
sociedades pequeñas…
-¿Pueblo chico, chisme grande?
-Pienso que, siempre, la cercanía crea una noción de la insuficiencia
de la persona que està ahí nada más. ¡¡Ahh!!, pero cuando se muere, cuando se
vuelve francamente inaccesible, es cuando empieza el recuento de los méritos…
-¿Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido?
-Exacto ¡¡Ahh, que bueno era!! Para que supiéramos de qué tamaño era
Juan Rulfo, necesitamos que se muriera. Esto, está cambiando en la medida en
que ya es una sociedad tan grande que la noción de cercanía se está modificando
con una gran rapidez.
-¿Existen los intelectuales desechables?
-Yo creo que los intelectuales han tenido un lugar de privilegio en
México. Se está normalizando la función del intelectual, y eso, me resulta muy
positivo.
-¿Monsi es un intelectual o un escritor?
-Yo le pregunto: ¿Edmundo Cázarez es un reportero o un sicólogo
extraviado? Lo que los intelectuales tenemos que hacer. Primero, un gran
ejercicio de humildad y saber que nuestro papel ha cambiado drásticamente en la
sociedad. Que ya no somos profetas ni visionarios, sino personas que cumplen
con un ejercicio laboral, responsable que implica la interpretación de
realidades de muy distinta índole y de un ejercicio de creación cultural.
-¿Profetas intermediarios de un futuro halagador y exitoso?
-Tenemos que abandonar el rango de profetas que tanto le han
estigmatizado a los intelectuales latinoamericanos y que obliga a entrar en una
sensación mucho más democrática, pero al mismo tiempo, muchísimo más divertida.
-¿Colegas del Dalai Lama?
-Vaya, vaya. Ya no tenemos que ir a la cumbre del Monte Sinaí para dar
declaraciones, sino que podemos estar perfectamente involucrados con los demás
y sin sensaciones nefastas de autoridad.
-¿Carlos Monsiváis busca el protagonismo al acudir a diversos programas
de radio y televisión que lo convierten en ajonjolí de todos los moles?
-Si a esas vamos, yo le pregunto: ¿El reportero que tengo enfrente no
se cansa de preguntar y quiere transformarse en Fiscal o Juez? En mi caso,
espero que no. Jamás he solicitado una entrevista. Mi protagonismo consistiría
en la debilidad para decir que no, pero no en mi gana de imponer mi abrumadora
personalidad, y que por otro lado, sería inexistente. Hay gente que es
absolutamente protagónica y otros…
-¿…Entonces, en donde se coloca usted?
-En los que aceptamos participar en el debate público por una necesidad
política y moral, pero sin ningún afán protagónico….
-¿Y Monsi cómo se define?
-Rascándose la cabeza con cierto enfado y denotando un poco de
cansancio me dice: “Yo me defino, desde que me acuerdo, como testigo y no como
protagonista.
-¿Qué opina el ciudadano Carlos Monsiváis del destacado escritor Carlos
Monsiváis?
-Uff, ¿Qué opino de mí mismo?... Edmundo, se lo suplico!! No me haga
entrar en autocríticas que me arrollarían en pesares y llantos… ¡¡Si en algo me
estima, por favor, déjeme en ese misterio!!
-¿Monsi, un defensor nato de los Derechos Humanos que sirven para
proteger más a los delincuentes?
-En eso no puedo estar de acuerdo. Los Derechos Humanos es para defender
a las personas víctimas ¿Defender a los delincuentes?, ojalá que los Derechos
Humanos estuvieran detrás de ellos al momento en que estén asaltando o
asesinando gente.
-¿Por qué se perdió la sana costumbre por la lectura?
-Porque las imágenes de la televisión resultaron más persuasivas.
-¿Una televisión para jodidos?
-Eso fue lo que dijo el señor Azcárraga, pero yo creo que la televisión
tiene grandes potencialidades. Siento que en la batalla con la imagen, la
palabra resultó arrinconada pero que no ha perdido la guerra y los libros
siguen siempre ahí.
-¿Qué les recomendaría a quienes lean esta entrevista?
-Leer Don Quijote de la Mancha o En Busca del Tiempo Perdido. Que se
asomen al trabajo de Balzac, Juan Sabines o de Octavio Paz, será un tiempo muy
recompensante y que finalmente, no hay modo de encontrar enemistad entre la
palabra y la imagen, son formas complementarias.
-¿Los intelectuales como usted a veces se las “truenan”?
-No nunca. Soy un caso extremo y de condición fresa. Tampoco bebo.
¿Quiere que le sea sincero mi sicólogo encubierto? Nunca he probado ni una
cerveza, mucho menos el tequila…¡¡Nunca en mi vida!!
-¿Así de aburrido?
-Soy un desastre y un abstemio natural. Creo que cada persona decide.
Sean los intelectuales, los albañiles, los abogados, los taxistas o los
reporteros. Yo no creo en los estímulos supersensoriales, pero si alguien cree
en ellos, está bien, siempre y cuando no se perjudique a los demás. Cada quien
elige su conducta.
-Muchas gracias por su tiempo ¿Desea agregar algo más?
-Edmundo, agradezco mucho su visita, me deja muy satisfecho de
permitirme conocer su olfato periodístico y la pasión que siente por lo que
hace. Algún día la vida le hará justicia y lo colocará en donde merece estar.
Al concluir la entrevista por espacio de dos horas con quince minutos,
me pude percatar que el tiempo que disponía Carlos Monsiváis para sus cosas
personales, en realidad, era muy poco. Durante el transcurso de la charla,
canceló dos compromisos. El primero, con Alejandro Aura, quien fuera Director
General del Instituto de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México, y el
otro, con Jesús Ramírez Cuevas, (Hoy, vocero del presidente López Obrador), un
chamaco a quien le tenía un enorme y especial cariño, con quien pasaba largas
horas en la intimidad de su casa.
Al momento de agradecerle el tiempo que tuvo a bien concederme para la
entrevista. Quizás y con cierto júbilo, los 18 gatos emiten un lastimoso
maullido y siguen la pesada figura de su benefactor como si tratara de una
moderna versión del Flautista de Hamelin, o quizás, protegiendo a “Don Gato” de
los extraños que se atrevieron profanar su intimidad y que por fin, abandonaban
su guarida.
Una entrevista que como reportero, me ha dejado una enorme huella al
permitirme conocer a un enorme personaje de la talla del siempre admirado
Carlos Monsiváis.