viernes, 9 de marzo de 2012


“VIVENCIAS CULTURALES EN TORNO A MÉXICO O IBEROAMÉRICA, II”, CONFERENCIA DEL FILÓSOFO ALBERTO SALADINO GARCIA, PRESIDENTE DE LA CORRESPONSALÍA DE TOLUCA, PRONUNCIADA CON MOTIVO DEL XII COLOQUIO NACIONAL “70 AÑOS DE CULTURA MEXICANA, 1942-2012”, EN AGUASCALIENTES, AGS. Y LAGOS DE MORENO, JAL.

Por Aniret Marí 
Reportera de Guardia del Corredor Informativo

El filósofo mexicano Alberto Saladino García, aseveró –mediante su conferencia Vivencias Culturales en Torno a México o Iberoamérica, II”-- , dentro del Coloquio Nacional “70 Años de Cultura Mexicana, 1942-2012”, celebrado por el Seminario de Cultura Mexicana en Aguascalientes y en Lagos de Moreno, Jalisco, del 28 de Febrero al 3 de marzo de 2012; que la historia cultural de México se puede enriquecer y comprender con una mejor perspectiva, si se incorpora a ésta, la filosofía mexicana. Y esto es, puntualizó el Doctor Saladino, porque la actividad intelectual no sólo le da sentido a las acciones humanas, sino por ende, a la historia nacional misma.
De esta manera el catedrático concretó, que la historia de la cultura mexicana en sus más diversas manifestaciones, tiene en la filosofía, su más importante fundamento, pues ésta se encuentra enraizada en nuestra sociedad como parte de su larga tradición y de sus antecedentes provenientes de los pueblos mesoamericanos. Expresión que se institucionalizó como actividad académica a partir del primer curso impartido por Fray Alonso de la Veracruz en Tiripetío en 1540, y continuada en el siglo de la Conquista con la fundación de la Real Universidad de México (1553), más tarde también pontificia,
El Maestro Saladino, mencionó que sus cultivadores dejaron testimonios de su producción en el siglo XVII, como el libro de Antonio Rubio, Comentarios a toda la lógica de Aristóteles (lógica mexicana 1603) y de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, Primero sueño (circa 1691). En la centuria siguiente aparecieron Elementos de Filosofía moderna, 1774, de Juan Benito Díaz de Gamara, continuando en el amanecer de nuestra República con la obra de Manuel María Gorriño y Arduengo Del hombre, 1791, y El hombre tranquilo o reflexiones para conservar la paz del espíritu (manuscrito de 1800), sumándose la labor de José María Luis Mora y la aparición del positivismo a través de Gabino Barreda cuyo impacto sociopolítico y cultural partió de su Oración cívica (1867).
Observó el historiador, que en el inicio del siglo XX se visualizó la función de la crítica filosófica al someter a cuentas al positivismo y generar las condiciones de una nueva práctica de esta disciplina intelectual codificada en la obra de los miembros del Ateneo de la Juventud de donde emergieron las mentalidades filosóficas más lúcidas como Antonio Caso, José Vasconcelos y Alfonso Reyes, que acompañados de la labor de Ezequiel A. Chávez y sus discípulos como Vicente Lombardo Toledano y Samuel Ramos, en la primera mitad de la centuria pasada; aconteció la llegada de los exiliados españoles que vinieron no sólo a enriquecer la vida cultural del país, sino en consecuencia, la artística, científica, filosófica y tecnológica del mismo.
MEXICO Y SUS FUNDACIONES CULTURALES
El Doctor Saladino, observó que dentro de dicha tradición filosófica, vinculada siempre a cuestiones culturales y sociopolíticas, es, que aconteció la fundación de muchas instituciones culturales que la han promovido; como por ejemplos: El Colegio de México (1940), Centro de Estudios Filosóficos (1940), la creación de las revistas Cuadernos Americanos (1941) y la revista Filosofía y Letras (1941), sumándose, de manera distinguida, el Seminario de Cultura Mexicana en 1942, contextualizándose éste con otras muchas instituciones como El Instituto Nacional de Antropología e Historia (1939), El Colegio Nacional (1943), la editorial Fondo de Cultura Económica (1941), establecimiento de la Facultad de Filosofía en el Centro Cultural Universitario (1945), y que más tarde se transformaría en Universidad Iberoamericana, Instituto Nacional de Bellas Artes (1946), fundación del Grupo Hiperión (1948-1952).
Y es así –señaló el Doctor Saladino--, que el conocimiento de la historia de la filosofía mexicana, prueba su incidencia en la sociedad, cuyo impacto abarca los distintos ámbitos sociales, entre ellos el político testimoniado por Bartolomé de Las Casas quien se pronunció contra la esclavitud de los amerindios; la justificación de las luchas independentistas; las propuestas de modernización propaladas por el positivismo: “Filosofía que incluso se hizo ideología del regimen oligárquico porfirista; la crítica antipositivista que precedió la Revolución Mexicana o el nacionalismo revolucionario mexicano y posrevolucionario a través de la educación. Asimismo fue fuente teórica del movimiento estudiantil de 1968 por su inspiración libertaria y marxista; e incluso como codificadora de expectativas de los recientes movimientos sociales como la lucha neozapatista de los pueblos originarios del sureste mexicano, conceptuó el ponente.
LA TRAYECTORIA DE LA FILOSOFÍA
 Indicó el Maestro Saladino, que la Filosofía, sustenta una tradición que la ha convertido en un quehacer académico profesional forjado en la crítica, el debate, la discusión y la polémica permanente. “Así, a lo largo del siglo pasado, a partir de la década de los cuarenta, inició la impartición de cursos de licenciatura, luego vendría el establecimiento de programas de posgrado, de maestría y de doctorado que hizo posible la emergencia de profesionales y desarrollo de vocaciones filosóficas. En ese proceso de institucionalización del quehacer académico de la filosofía, participaron miembros del Seminario de Cultura Mexicana como Antonio Gómez Robledo (1904-l994), Rafael Moreno Montes de Oca (1922-1998) y Mauricio Beuchot Puente (n. 1950). El saldo de de esa institucionalidad, dio paso a generar dos corrientes filosóficas indiscutiblemente relevantes: La Mexicana y la Latinoamericana”, asentó el especialista.
Al citar los temas de filosofía mexicana, el filósofo e historiador, señaló que los temas de filosofía mexicana ciertamente fueron explayados con anterioridad por Ezequiel A. Chávez, a principios del siglo XX, pero su reverdecimiento aconteció con la obra de Samuel Ramos y su clímax, a mediados de siglo con la labor del grupo Hiperión conformado por alumnos y jóvenes profesores de la UNAM de México, integrado por Emilio Uranga (1921-1998), Jorge Portillas (1918-1963), Luis Villoro (n. 1922), Ricardo Guerra (1927- 2007), Joaquín Sánchez McGregor (1925-2008), Salvador Reyes Nevares (1922-1993), Fausto Vega (n.1922), Leopoldo Zea (1912-2004). Es decir, que Leopoldo Zea, participó cuando el grupo eligió como su tema de estudio a lo mexicano y, a partir de entonces, él se convierte en su principal organizador y promotor. La actividad del cuatrienio en que existió este grupo inició con temas sobre el existencialismo francés y la filosofía contemporánea en 1948, organizando igualmente eventos, continuados por una amplia labor editorial, Guillermo Hurtado lo sintetiza así:
…organizan los siguientes encuentros: “¿Qué es el mexicano?” en 1949, “El mexicano y su cultura” en 1951,y “El mexicano y sus posibilidades” en 1952. El Hiperión publicó la mayoría de sus trabajos en la revista Filosofía y Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en la colección de libros México y lo mexicano, que se publicó entre 1952 y 1955 con el sello de Porrúa y Obregón. También aparecieron trabajo de los hipariones en otras revistas académicas como Cuadernos Americanos y en los suplementos culturales más importantes de la época, como La Revista Mexicana de Cultura de El Nacional”.
“La semilla que este grupo sembró ha florecido como filosofía mexicana, indicó el ponente y agregó que incluso uno de los miembros titulares del Seminario de Cultura Mexicana, Rafael Moreno Montes de Oca la cultivó con esmero, pues confesó: “Su mayor anhelo como filósofo fue siempre hacer una filosofía mexicana, partiendo de las raíces para tener una identidad propia”.
Indicó el filósofo, que en esos años aparecieron los textos pioneros de la llamada filosofía latinoamericana en la que descolló la obra de Leopoldo Zea Aguilar (1912-2004) al generar una nueva corriente cuyo saldo consistió en naturalizar la filosofía como actividad intelectual inherente a cualquier ser humano y expresión de toda sociedad. Su proeza de implantar la filosofía latinoamericana como filosofía sin más, la sustentó en la construcción de su estatuto epistemológico. Para evitarle cuestionamientos sobre la imposibilidad de su universalismo advirtió: …No hay que considerar lo americano como un fin en sí mismo, sino como límite de un fin más amplio… todo intento de hacer filosofía americana con la pretensión de que sea americana tendrá que fracasar. Hay que intentar hacer pura y simplemente filosofen para que la filosofía sea americana a pesar del intento de despersonalización de los mismos… Lo importante es filosofar, pura y simplemente filosofar. Esto es, enfrentarse racionalmente a los problemas que nos plantea la realidad, buscando a tales problemas la solución más amplia y adecuada…
Ese dique con el cual evitó reducir la universalidad de la filosofía a reflexiones interesadas en regionalismos, le permitió mostrar que los tópicos de la filosofía latinoamericana no son el fin último de su quehacer. La justificación de la proyección universal del quehacer filosófico que se realiza desde la circunstancia latinoamericana la fundamentó en la misma lógica de la filosofía al exigir: Si queremos hacer filosofía, lo primero que tenemos que hacer es filosofar. Filosofar sin más, sin preocuparnos porque esta actividad nuestra sea o no reconocida como filosofía… No debemos, por esto, preocuparnos mucho por la universalidad o limitación de nuestras soluciones, como tampoco por su eternidad o temporalidad. Simplemente debemos preocuparnos porque nuestras soluciones sean auténticas soluciones. Soluciones para el hombre de carne y hueso que las solicita desesperadamente”.
Dijo finalmente el ponente que la universalidad de la filosofía estriba simplemente en filosofar atendiendo a las circunstancias que la hacen posible. “Consecuentemente, el Seminario de Cultura Mexicana ha jugado un papel relevante en la promoción de la teoría y praxis de la filosofía, ya que varios de sus miembros la han atendido con total profesionalismo, desde una posición situada, la de México para el enriquecimiento y mejor comprensión de la cultura nacional. Y así hemos promovido con el apoyo de Arturo Azuela Arriaga, al preciarnos de ser pioneros, desde la institución a la que pertenecemos, de sacar la filosofía de la academia al llevarla, con nuestros diplomados, a la sociedad.

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