¡…GUERRA
DE PAPEL…!
¡Salarios de hambre!
·
Es una burla del
sistema gubernamental que castigue a millones de desprotegidos
· México vive desde
hace quinquenios, recesión económica
· Nadie puede ser
sensato con el estómago vacío: George Eliot
BLAS A. BUENDÍA
Con
sueldos de dos mil 191 pesos mensuales, millones de trabajadores no llegan a la
quincena porque no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas como salud,
comida, educación, recreación, entre otras, porque los precios de la canasta
básica aumentaron hasta 7.3 por ciento.
Es
urgente que el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México cumpla con su promesa de
aumentar los salarios, al menos, de 73.04 a 86.33 pesos, para alcanzar un ingreso
de dos mil 589.90 pesos, que en realidad, debería elevarse hasta 172. 66
pesos, justamente en este periodo que la
inflación llegó al 3 por ciento, que por la fluctuación del dólar, incremento a
las gasolinas y tarifas de luz, podría ser superior a esta cifra.
Pero
¡aguas!, no se ha ejecutado este tipo de promociones porque se teme que en
cascada miles o tal vez millones más, se vengan disparados de provincia para
abarrotar a la de por sí castigadísima Ciudad de México, donde impera la
inseguridad, los cuadros de limosneros van en aumento, los vagones del Metro se
han convertido en un auténtico mercado sobre ruedas. En fin…
Los
aumentos a los básicos, afectaron profundamente la economía de las familias,
por tanto, las reformas gubernamentales nunca debieron aprobarse porque ahora
se ven los daños que provocan a millones de mexicanos.
Todos
los sectores de la sociedad piden a gritos que el Jefe de Gobierno rectifique su
declaración en torno a que el aumento al salario mínimo pueda hacerse de manera
progresiva, pero tiene que estar vinculado con una mayor productividad, como lo
mencionó en el reciente pasado al comprometerse a mejorar el ingreso de los
asalariados.
Esa
condicionante podría ser un factor para que los empresarios no otorguen un
aumento salarial porque, efectivamente, no habrá el rendimiento, ni las
ganancias esperadas, no sería falta de responsabilidad de éstos, sino por
cuestiones externas, por el mal manejo de las finanzas y economía nacional.
Aunado
a esa alarmante realidad, los empresarios también viven una crisis de carecer
de empleados explotados porque éstos prefieren la vagancia o convertirse en
potenciales vendedores ambulantes, y no ser víctimas del pomposo programa
neoliberal del OutSorcing.
Y
dentro de todo ese caos económico y financiero, la posibilidad de que sea difícil
medir la productividad de una empresa, toda vez que la mayor parte de sus
ingresos se invierte en insumos energéticos; y aunque eleven los precios de sus
productos para recuperar su inversión, las ventas bajan porque no hay
circulante que active la economía.
Los
aumentos deben ser otorgados de manera automática porque no es responsabilidad
de los trabajadores que la productividad y la rentabilidad de una empresa sea
positiva o no, cuando se trata de incorrectas gestiones gubernamentales en
materia económica. El OutSorcing forma parte de esa complicidad de culpas.
Nadie quiere trabajar por un mísero salario mínimo.
Las
utilidades, en este caso inflacionario, responden más a condiciones fuera del
alcance de los asalariados pese a que realizan su mejor esfuerzo y cumplen con
sus jornadas y responsabilidades. Pero renace el fantasma explotador del
OutSorcing.
Por
otro lado, la sociedad da cuenta y lanza un “¡yo acuso!”, referente a la necesaria
reducción de sueldos de los funcionarios públicos de alto nivel, diputados
federales y locales, senadores, magistrados de los Tribunales, embajadores,
cónsules y demás trabajadores de cuello blanco, así como la reducción de gastos
excesivos de imagen personal.
Ya
entrado en gastos… -como diría la vox populi-, deben ser castigados severamente
a todos aquellos funcionarios de alto rango
que roben recursos de las arcas públicas como los casos vergonzosos del
gobernador con licencia y fuero Javier Duarte de Ochoa y de los ex gobernadores,
Guillermo Padrés y Humberto Moreira Valdez, ahora perseguidos por la justicia y
que supuestamente son ilocalizables porque están protegidos con el paraguas de
la impunidad.
En
el Poder Legislativo ya se escucha que en breve será presentada una iniciativa
de Ley para que los funcionarios y gobernantes ladrones paguen por daños a la
nación, les sean decomisadas todas sus propiedades adquiridas de manera ilícita
y se destinen para utilidad pública, además de pagar con cárcel por los delitos
cometidos. De lograrse ese sueño tan esperado por “Juan pueblo”, el Partido
Revolucionario Institucional podría, en cierto momento, mantenerse en la
Presidencia de la República. Caso contrario, tendrá que despedirse otros seis
años más de Los Pinos y de Palacio Nacional, es decir, en el periodo sexenal 2018-2024.
En
cuanto a los recortes presupuestales, no
es la mejor forma de generar ahorro gubernamental porque lo único que genera es
más inflación que podría agravarse hasta crear una recesión económica por la
falta de circulante que en realidad, los millones de mexicanos no entienden
cómo sobreviven con salarios de hambre.
Aunado
a lo anterior, se asoma otro monstruo que es el incremento fluctuante de la
divisa verde, es decir, existe el riesgo de que tanto el desempleo como los
precios de la canasta básica aumenten aún más el próximo año, sobre todo porque
muchos insumos y productos provienen del extranjero. Presumen economistas que el dólar llegará a costar
hasta 30 pesos al final del sexenio fallido de Enrique Peña Nieto.
El
gobierno federal y los locales de todo el Pacto Federal, saben sobre los
requerimientos como es el desarrollo de más empleos y mejor pagados; un sistema
alimentario nutritivo y accesible; un sistema educativo incluyente, gratuito,
laico; acceso a la salud preventiva, de segundo nivel, correctiva y cuando la urgencia
lo amerita, un trato más digno cuando el esfuerzo médico y humano ya no alcanza
para mantener la vida.
Es
increíble que con salarios de hambre, no se haya desatado una revuelta social,
o que se cristalice aquel presagio del desaparecido vetusto líder vitalicio cetemista
Fidel Velázquez Sánchez, ¡cuidado!, “un pueblo con el estómago vacío, puede
crear consecuencias graves”.
“Nadie
puede ser sensato con el estómago vacío”, advertía George Eliot, seudónimo que
empleó la escritora británica Mary Anne Evans (Nuneaton, Warwickshire, 22 de
noviembre de 1819-Chelsea, Londres, 22 de diciembre de 1880).
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