Dudoso historial
académico de
Fernando Espino Arévalo,
·
El
IFAI vía SEP, exhibió el título profesional, pero se carece del historial
académico del charro sindical del Metro, “materia por materia, calificación por
calificación”.
·
La
carrera en Mecánica Electricista de Fernando Espino Arévalo entró en el terreno
de la duda; entró al STC como Subgerente de Instalaciones Eléctricas (Subjefe
Departamento “A” N-14), y su fecha de ingreso se registró en octubre 1970, con
un salario de 20 mil 931 mensuales.
·
De
los 47 años que lleva “laborando”, más de 30 de ellos ha explotado como
dirigente sindical del Metro a miles de trabajadores que exigen remuneraciones
homologadas a los salarios de sus parientes y que ascienden a más de medio
millón de pesos
BLAS A. BUENDÍA
La
Dirección General de Profesiones de la Secretaría de Educación Pública, entregó
a un recurrente documentación –que prácticamente revela muchos secretos-, que
desenmascara al charro sindical del Metro de la Ciudad de México.
Lo
pone en tela de duda que, si bien cuenta en su poder con una Cédula Profesional
(1161131) a pesar de poseer el título que lo acredita como Ingeniero
Electricista expedida por la SEP, se carece del Historial Académico cuya Licenciatura
la cultivó en el ciclo 1970-1974.
La
institución no hizo comentario alguno del porqué la inexistencia de ese
importantísimo documento toda vez que solo entregó, parcialmente, escasa información
acerca del C. Fernando Espino Arévalo, pues no presenta el desglose de las
materias educativas que haya aprobado o reprobado en la carrera profesional que
se alude. La documentación que se entregó está ilegible, y carece de
sustentabilidad visible.
Como
respuesta, la Dirección General de Profesiones de la SEP, entregó dicha
documentación que le hizo llegar, a su vez, el IPN, y que hace suponer que el
sempiterno e “indestructible” líder del Sindicato Nacional de Trabajadores del
Sistema de Transporte Colectivo, Metro, es un ingeniero “chafita”.
Según
compañeros alumnos y catedráticos de Fernando Espino Arévalo, aseguran que fue
un pésimo estudiante, toda vez que se carece de un auténtico y legítimo
historial académico que le acredite las materias que haya cursado, no obstante
que el Instituto Politécnico Nacional donde supuestamente se preparó en la
Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), solo mostró un
documento con números de oficio BOL. 6721238 y REC. 4650, así como copia del
certificado en comento.
En
este sentido, la División de Control Escolar y Estadística de la Dirección de
Servicios Escolares del IPN, hizo entrega al IFAI un “certificado global”, es decir, el Jefe
del Departamento de Control Escolar del Instituto Politécnico Nacional,
certifica que según aparece en los archivos de esta institución, que el C.
Fernando Espino Arévalo realizó sus estudios secundarios y vocacionales, en la
Secundaria Diurna Federal “Melchor Ocampo” (1964-1966); y en la Vocacional #1
(1969-1975), pero no se adjunta el historial académico en referencia que es un
documento que sustenta la carrera profesional de cualquier ciudadano.
Del
año de 1964 a 1968, revela el documento, según Espino aprobó todos los cursos
de acuerdo con los planes de estudio vigentes en esa época, pero no muestra las
materias aprobadas, rechazadas o exámenes extraordinarios.
Acusa
que los estudios profesionales correspondientes del C. Fernando Espino Arévalo,
los hizo en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, del año
1969 a 1975, se llevaron al cabo también conforme a los planes de estudios
entonces vigentes, habiendo sustentado el examen profesional de Ingeniero
Electricista el 20 de mayo de 1986, expedida la resolución el 14 de enero de
1987.
Pese
a que el IFAI-SEP exhibieron el título profesional del C. Fernando Espino
Arévalo como Ingeniero Mecánico Electricista, no entregó ni aclaró la
existencia del historial académico del charro sindical del Metro, es decir,
“materia por materia”, “calificación por calificación”.
Se
supone que ese valioso documento oficial que nunca dejará de ser la rectoría
del acervo cultural del estudiante, “extrañamente” se “perdió” luego que
algunos planteles del IPN, y otras instituciones públicas, fueron colapsadas
por los terremotos de 1985, donde además de perder la vida miles de personal,
muchas instituciones también perdieron documentación oficial.
Las sospechas se acrecientan toda vez que en la
respuesta que dio a conocer la Unidad de Enlace de la SEP, acusa en letras
chiquitas que la información proporcionada al IFAI, consigna que las huellas
dactilares del susodicho personaje en documentos oficiales, se encuentran testadas
lo que hace suponer que la misma dependencia carece de sustentabilidad en los
recursos de transparencia que se le solicitan.
En
sus numerales, el documento de la SEP hace una extraña referencia que a la
letra dice: “…Cabe mencionar además, que no existe disposición legal alguna que
obligue a conservar una copia de las cédulas profesionales que este Sujeto
Obligado expide y entrega a sus titulares”.
Por
lo visto que la SEP tiene que corregir este tipo de característica porque no es
posible que una institución republicana tropiece en acciones de opacidad cuando
tiene en su entorno todo el poder Ejecutivo, político, económico y financiero
para acreditarse como una Honorable Institución.
En
dicho documento podrían existir elementos de escasa convicción, criterios de presuntas
complicidades y/o normatividades inaplicables, al destacar: “…No se omite
señalar que lo anterior, ha sido confirmado por el Pleno del Instituto Federal
de Acceso a la Información y Protección de Datos en diversas resoluciones”. Finalmente,
no aparece por ninguna parte el Historial Académico del alumno Fernando Espino
Arévalo.
De
los 47 años que lleva “laborando”, más de 30 de ellos ha explotado como
dirigente sindical del Metro a miles de trabajadores que exigen remuneraciones
homologadas a los salarios de sus parientes y que ascienden a más de medio
millón de pesos en su conjunto; el más “pobrecito” percibe 13 mil pesos, y a la
persona que le “va bien” es a una de sus hijas (Mabel Espino Suárez), con
49,959 pesos.
La
Barra Interamericana de Derechos Humanos, comentó que lo vergonzante del
sistema es que el sindicalismo mexicano es una institución de podredumbre que
no ha permitido el avance de la economía, y sólo sirve como un instrumento de
extorsión para los trabajadores y patrones.
Cuando
ascienden a representantes legislativos se olvidan de su clase trabajadora y se
dedican a la consolidación de mafias políticas y Fernando Espino Arévalo no se
escapa de ese abominable perfil.
Precisa:
“Se consolida en un agente de ventas del corporativismo, es decir, pretenden
venderse al mejor postor…, al partido político que le pague los votos de los
trabajadores que dice representar, y
esto es un mecanismo de chantaje de una política social-democrática burguesa”.
Esto
lo han hecho la ex lideresa magisterial Elba Esther Gordillo; el líder
petrolero Carlos Antonio Romero Deschamps; el mandamás de los trabajadores
telefonistas, Francisco Hernández Juárez; el del sindicato de la desaparecida Compañía
Luz y Fuerza, Martín Esparza perteneciente a la CTM, etcétera. Todos ellos le
venden a un partido político los votos de los trabajadores que dicen
representar a cambio de escaños legislativos y hasta gobernadores, aun cuando
la base trabajadora se esté muriendo de hambre.
Esos
liderazgos representan un cáncer social de extorsión, el sindicalismo se ha
convertido en un aparato enorme de complicidades de corrupción y extorsión
contra los trabajadores, en connivencias entre patrones y partidos políticos.
Se
transforman con el poder del dinero en líderes absolutamente dueños de partidos
políticos. Desde la época de Vicente Lombardo Toledano con su PPS, hasta la Gordillo
con su PANAL.
Un
partido político propiedad del pueblo, evitaría cualquier preocupación
económica para quienes luchan cambiar su estatus de vida, aunque a posteriori,
surjan las Mafias del Poder Corporativo para enquistarse, y en consecuencia, el
florecimiento de nuevos rostros e “innovadores” corruptos. El poder corrompe y
echa a perder a la gente.
Porque
para ser líder sindical no se necesitan conocimientos universitarios solo
adoptar la política de la serpiente: arrastrarse por la montaña y picar a los
de abajo.
Otro
ejemplo, Elba Esther subió gracias a su habilidad como mujer conquistando a
Carlos Jonjitud Barrios hasta bajarlo del pedestal, en tanto que otros que
aprovecharon la coyuntura de las circunstancias -chóferes o mozos- pasaron a
ser heredores de senadores o diputados encumbrados, que en paralelo, presumen
ser “licenciados”, engañando habilidosamente a sus agremiados y, asimismo, a la
sociedad para allegarse al poder.
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