La enigmática montaña
humeante del Popo
*** Mudo
testigo del nacimiento del Planeta Tierra*** Las
cenizas, partículas de 15 micras, sí afectan la salud de todos los seres
*** Cuando
menos se tienen contabilizados y reconocidos de manera oficial 42 volcanes
ubicados en el cinturón la República Mexicana, de los dos mil existentes; 40 de
ellos registran actividad y los cinco de mayor riesgo son el Popocatépetl
(Puebla, Estado de México y Morelos); Volcán de Colima (Colima); Ceboruco
(Nayarit); Citlaltépetl o Pico de Orizaba (Veracruz, Puebla) y Chichón
(Chiapas)
BLAS
A. BUENDÍA *
La enigmática montaña
humeante identificada como el Volcán del Popocatépetl —”escoria de la Tierra”,
coloso que se localiza en el centro de la República mexicana, en los límites
territoriales de los estados de Morelos, Puebla y México —, un cónico y de gran
altura que se transforma en un estratovolcán, compuesto por múltiples capas de
lava endurecida, tiene una edad aproximada de 730 mil años con actividad
constante, a pesar de haber estado en reposo durante buena parte de la segunda
mitad del siglo XX.
Mudo testigo del
nacimiento del Planeta Tierra, por ser muy activo, el Popocatépetl tiende a
arrojar continuamente ceniza y con ella, residuos volcánicos que dañan la
salud.
Las partículas de 15
micras afectan los ojos e irritan la garganta, peor aún sucede con las de 10
micras, que por ser mucho más pequeñas, se alojan fácilmente en partes
profundas del organismo humano. Las partículas de cuatro micras, son todavía
más peligrosas, ya que pueden entrar a los pulmones hasta causar la muerte de
quienes experimentan este suceso.
Ana Lillian Martin del
Pozzo, investigadora del Departamento de Vulcanología del Instituto de
Geofísica de la UNAM, resaltó durante el simposio 20 años de actividad eruptiva
del también llamado volcán el Popo, y que de acuerdo con la Organización
Mundial de la Salud, las partículas de menos de una micra pueden llegar al
cerebro, por lo que ya se realiza investigación más detallada al respecto.
La aspiración en los seres humanos de esos residuos
volcánicos, así como dela fauna silvestre, lógicamente existe una disminución
en la capacidad respiratoria, por lo que la especialista en vulcanismo
monogenético, explicó que hace algunos años, realizaron estudios conjuntamente
con investigadores del Hospital para Enfermedades Pulmonares en los que se
detectó que la capacidad respiratoria de los campesinos que trabajan al aire
libre durante los eventos volcánicos, disminuyen notablemente, mientras que al
término de los episodios de actividad volcánica, su capacidad respiratoria se
normalizaba.
Durante la erupción del Popocatépetl en 1995 —rememora la
investigadora— la caída de ceniza en Puebla fue abundante; en 1997 la mayor
cantidad de ceniza se registró en la Ciudad de México, que para el 2004 si bien
la actividad volcánica disminuyó notablemente, durante la segunda década de
nuevo milenio, presentó intensa actividad hasta hoy en día.
Estos hechos confirman
que en efecto, el material volcánico que surge del volcán en cada actividad,
afecta la salud de manera importante; además, algunas erupciones desechan
material más grueso y cuando se trata de erupciones de mayor volumen, arrojan
material más fino que afecta las vías respiratorias y el sistema ocular.
Hugo Delgado Granados,
también investigador vulcanólogo del Instituto de Geofísica, dijo que las
primeras erupciones, según los registros históricos, ocurrieron en los años de
1663 y 1664, y de una forma similar a como sucede actualmente.
El magma comienza a su
ascenso y rellena con domos de lava el interior del cráter y eventualmente en
un evento explosivo, destruye el domo generándose una columna vertical que
colapsa en 360 grados alrededor del volcán.
El vulcanólogo expuso
que en los últimos 8 mil años, ha habido una erupción subpliniana, que es una
erupción violenta y en donde la columna eruptiva alcanza una altura de cinco a
15 kilómetros con un volumen aproximado de material arrojado de 10 millones de
metros cúbicos. Este tipo de erupciones contemplan una periodicidad anual.
Volcán rebelde por su
siniestra actividad
Según datos históricos,
desde 1354 se han registrado 18 erupciones. En 1947 ocurrió una erupción de
consideración, para iniciar así un periodo de actividad. Después, el 21 de
diciembre de 1994 registró una explosión que produjo gas y cenizas que fueron transportados
por los vientos dominantes a más de 25 kilómetros de distancia.
Actualmente la
actividad del Popocatépetl es moderada, pero constante, con emisión de
fumarolas, compuestas de gases y vapor de agua, y repentinas e imprevistas
expulsiones menores de ceniza y material volcánico.
Durante 1995, Puebla y
Tlaxcala fueron las entidades con más visitas a los centros de salud por
afecciones respiratorias en la época con mayor caída de ceniza.
La enigmática montaña
humeante del Popo
*** Cuando menos se tienen contabilizados y reconocidos de manera oficial 42 volcanes ubicados en el cinturón la República Mexicana, de los dos mil existentes; 40 de ellos registran actividad y los cinco de mayor riesgo son el Popocatépetl (Puebla, Estado de México y Morelos); Volcán de Colima (Colima); Ceboruco (Nayarit); Citlaltépetl o Pico de Orizaba (Veracruz, Puebla) y Chichón (Chiapas)
BLAS A. BUENDÍA *
La enigmática montaña humeante identificada como el Volcán del Popocatépetl —”escoria de la Tierra”, coloso que se localiza en el centro de la República mexicana, en los límites territoriales de los estados de Morelos, Puebla y México —, un cónico y de gran altura que se transforma en un estratovolcán, compuesto por múltiples capas de lava endurecida, tiene una edad aproximada de 730 mil años con actividad constante, a pesar de haber estado en reposo durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX.
Mudo testigo del nacimiento del Planeta Tierra, por ser muy activo, el Popocatépetl tiende a arrojar continuamente ceniza y con ella, residuos volcánicos que dañan la salud.
Las partículas de 15 micras afectan los ojos e irritan la garganta, peor aún sucede con las de 10 micras, que por ser mucho más pequeñas, se alojan fácilmente en partes profundas del organismo humano. Las partículas de cuatro micras, son todavía más peligrosas, ya que pueden entrar a los pulmones hasta causar la muerte de quienes experimentan este suceso.
Ana Lillian Martin del Pozzo, investigadora del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM, resaltó durante el simposio 20 años de actividad eruptiva del también llamado volcán el Popo, y que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las partículas de menos de una micra pueden llegar al cerebro, por lo que ya se realiza investigación más detallada al respecto.
La aspiración en los seres humanos de esos residuos volcánicos, así como dela fauna silvestre, lógicamente existe una disminución en la capacidad respiratoria, por lo que la especialista en vulcanismo monogenético, explicó que hace algunos años, realizaron estudios conjuntamente con investigadores del Hospital para Enfermedades Pulmonares en los que se detectó que la capacidad respiratoria de los campesinos que trabajan al aire libre durante los eventos volcánicos, disminuyen notablemente, mientras que al término de los episodios de actividad volcánica, su capacidad respiratoria se normalizaba.
Durante la erupción del Popocatépetl en 1995 —rememora la investigadora— la caída de ceniza en Puebla fue abundante; en 1997 la mayor cantidad de ceniza se registró en la Ciudad de México, que para el 2004 si bien la actividad volcánica disminuyó notablemente, durante la segunda década de nuevo milenio, presentó intensa actividad hasta hoy en día.
Estos hechos confirman que en efecto, el material volcánico que surge del volcán en cada actividad, afecta la salud de manera importante; además, algunas erupciones desechan material más grueso y cuando se trata de erupciones de mayor volumen, arrojan material más fino que afecta las vías respiratorias y el sistema ocular.
Hugo Delgado Granados, también investigador vulcanólogo del Instituto de Geofísica, dijo que las primeras erupciones, según los registros históricos, ocurrieron en los años de 1663 y 1664, y de una forma similar a como sucede actualmente.
El magma comienza a su ascenso y rellena con domos de lava el interior del cráter y eventualmente en un evento explosivo, destruye el domo generándose una columna vertical que colapsa en 360 grados alrededor del volcán.
El vulcanólogo expuso que en los últimos 8 mil años, ha habido una erupción subpliniana, que es una erupción violenta y en donde la columna eruptiva alcanza una altura de cinco a 15 kilómetros con un volumen aproximado de material arrojado de 10 millones de metros cúbicos. Este tipo de erupciones contemplan una periodicidad anual.
Volcán rebelde por su siniestra actividad
Según datos históricos, desde 1354 se han registrado 18 erupciones. En 1947 ocurrió una erupción de consideración, para iniciar así un periodo de actividad. Después, el 21 de diciembre de 1994 registró una explosión que produjo gas y cenizas que fueron transportados por los vientos dominantes a más de 25 kilómetros de distancia.
Actualmente la actividad del Popocatépetl es moderada, pero constante, con emisión de fumarolas, compuestas de gases y vapor de agua, y repentinas e imprevistas expulsiones menores de ceniza y material volcánico.
Durante 1995, Puebla y Tlaxcala fueron las entidades con más visitas a los centros de salud por afecciones respiratorias en la época con mayor caída de ceniza.
Características de
Volcán Popocatépetl
También se le conoce como “Don Goyo” o simplemente como “Popo”. El Popocatépetl es un estratovolcán o volcán compuesto. Se le describe como un volcán activo, de hecho, el más activo de México.
Descansa al sur de la Ciudad de México sobre los estados de Puebla, Morelos y México, en una provincia fisiográfica nombrada Eje Neovolcánico o Eje Volcánico Transversal, que es una cadena de volcanes que incluye al Iztaccíhuatl, al Paricutín y al Nevado de Toluca, entre otros. De apariencia casi simétrica, cubre una superficie de 283,192.53 hectáreas y tiene una altura de 5,426 metros sobre el nivel del mar.
Posee un cráter elíptico de paredes empinadas con una profundidad de 150 metros desde el labio inferior, un diámetro mayor de 900 metros y un ancho total de 400x600 metros.
El paisaje en la zona que rodea al Popocatépetl es bellamente incomparable. En viajes aéreos se ha observado la majestuosidad de la montaña humeante. Todo un espectáculo de la naturaleza. Contiene varios tipos de ecosistemas con rica variedad de flora y fauna. Hay bosques mixtos de pino, oyamel y encino, donde coexisten hasta mil especies de plantas.
Sobre el cono, principalmente cerca de la boca, se encuentran glaciares que durante los últimos años han disminuido, pero en tiempos invernales, se transforma en una mega belleza de la naturaleza.
“La Mujer Dormida”
Un dato interesante que atrae la atención de la sociedad, ¿cuándo fue la última vez que el Iztaccíhuatl hizo erupción? De esto se sabe poco, pero “el volcán” forma parte de una importante leyenda en México y también se le conoce como “La Mujer Dormida”.
Con la reciente actividad volcánica que está presentando el volcán Popocatépetl, muchos de los habitantes se han preguntado si el Iztaccíhuatl también podría despertar y hacer erupción, o algún “eructo” que provenga de las entrañas de la tierra.
Testimonios de la prensa mexicana, detallan que el volcán Iztaccíhuatl está a sólo 50 kilómetros de proximidad del Popocatépetl, por lo que se encendieron las alarmas para poder saber si era posible que “La Mujer Dormida” reportara alguna actividad.
De acuerdo con diversos especialistas de la UNAM, el volcán Iztaccíhuatl es uno de los que NO presenta actividad reciente, es decir, la actividad del Popocatépetl no representa un riesgo importante de que “La Mujer Dormida” sea “despierta” por su eterno acompañante de la cordillera mexicana.
De acuerdo con vulcanólogos, fue en el año 1869 la última vez que se registró una erupción, por lo que es una de las últimas veces que se tiene dicho antecedente. Así se narra en el libro “Las montañas de México”. Testimonio del cronista, Miguel Guzmán Peredo, cita a Jesús Galindo y Villa, sobre sus aventuras entre los volcanes de México.
“El 20 de julio de 1868, como a las diez de la mañana, se oyó un fuerte ruido en la montaña Iztaccíhuatl; que a pocos momentos notó que se cimbraba, y un reventón en la parte más elevada… por dicho reventón salió inmediatamente mucho aire y muy fuerte, comenzando enseguida a arrojar peñascos, los que al rodar hacia la falda arrancaron grandes árboles que encontraron en su tránsito acompañado de aguas azufrosas de color oscuro”, se narra en el compendio.
Sin embargo, hasta el momento, no se tienen reportes de que el Iztaccíhuatl, “La Mujer Dormida”, pueda hacer explosión así como el travieso Popocatépetl, el cual ha provocado constantemente la alerta ciudadana ante cualquier eventualidad de erupción.
Formación de Volcán Popocatépetl
La montaña humeante del Popocatépetl, es un volcán geológicamente joven. Se cree que tiene unos 730 mil años de antigüedad y que es remanente de volcanes antiguos que colapsaron. Su historia comenzó con la formación del volcán Nexpayantla a través de la expulsión de flujos de lava andesítica y dacítica.
Años después, este volcán colapsó y en consecuencia se formó una caldera, es decir, una depresión amplia y profunda debajo de la cual se halla una cámara de magma.
El cono de un nuevo volcán, Ventorrillo, emergió entonces, pero experimentó un colapso hace aproximadamente 23,000 años. Posteriormente empezó a emerger el volcán El Fraile, pero al cabo de un tiempo terminó por colapsar también debido a una fuerte erupción, tras lo cual el lado sur del cono quedó destruido. El moderno Popocatépetl tuvo su origen durante el Pleistoceno tardío-Holoceno, después del derrumbe de El Fraile.
El cono perteneciente a Don Goyo se formó paulatinamente hasta adquirir un tamaño significativo, pero produjo una fuerte erupción que hizo colapsar un lateral del cono y generar una avalancha de depósitos que cubrió la superficie. Al menos cuatro avalanchas subsecuentes contribuyeron a formar el moderno cono.
Explosiones provenientes del Popo
Es un estratovolcán andesitico-dacítico. A partir de mediados del Holoceno se han producido tres grandes erupciones plinianas; la última ocurrió en el año 800 d. C. Se estima que ha estado activo durante más de medio millón de años, y su historial de erupciones es bastante amplio.
La erupción volcánica más antigua que se ha confirmado del Popocatépetl tuvo lugar en el 7150 a. C. En total, existen 41 erupciones confirmadas a lo largo de la historia, y hay cinco aún inciertas.
Por otro lado, se ha registrado más de 15 grandes erupciones a partir de la llegada de los españoles a tierras mexicanas. Muchos eventos fueron documentados por los aztecas en sus códices, como el que sucedió en el año 1509 d. C, el cual fue plasmado en los códices Telleriano-Remensis y Vaticano.
En 1519 dio inicio una actividad fumarólica que culminó en 1530. Entre 1539 y 1549 se produjeron erupciones explosivas moderadas que liberaron piedra pómez del interior de la tierra.
Durante el siglo XX ocurrieron algunas erupciones de moderadas a intensas, de estas últimas, la más recordada es la de 1947. En 1994, los gases y cenizas exhalados obligaron a los pobladores cercanos a evacuar sus hogares para ponerse a salvo. Esto es un punto esencial para las más de 25 millones de personas que viven a menos de 100 kilómetros del cráter, y principalmente, para las cerca de 325 establecidas a cinco kilómetros. En el 2000, el volcán hizo su erupción más grande en 1,200 años.
En los días 18 y 19 de diciembre de ese año, arrojó grandes cantidades de material incandescente, en tres episodios, y el 24 de ese mes arrojó fragmentos a unos 2.5 kilómetros y produjo una columna de ceniza de unos cinco kilómetros de altura.
Don Goyo continúa tan activo como siempre, y de vez en cuando realiza exhalaciones y explosiones de intensidad moderada, toda vez que al existir el rugir de la montaña humeante, los lugareños y la población en general, asumen posiciones de alerta para cualquier contingencia o peligro que podrían abatirse contra la sociedad.
Hace más de medio siglo, particularmente durante el siglo XX, alpinistas acudían a desafiar los peligros de Don Goyo, algunos no pudieron lograrlo, pero para aquellos que dominaron las alturas a pesar de causar los consabidos vértigos, tomarse una postal (hoy selfies) a la orilla del cráter, no cualquiera podría presumir la osadía de sus aventuras.
Existen otros episodios de ciudadanos que ante la eventualidad asociada al Popo, han predecido que sus sueños van más allá de lo inverosímil, “ver enfurecido al Popocatépetl con una explosión volcánica moral, abriéndose la tierra acompañado de fuertes terremotos, como si se tratara de una película de terror de Hollywoo”d.
¿Cuántos volcanes hay en México?
Cuando menos se tienen contabilizados y reconocidos de manera oficial 42 volcanes ubicados en el cinturón la República Mexicana, de los dos mil existentes; 40 de ellos registran actividad y los cinco de mayor riesgo son el Popocatépetl (Puebla, Estado de México y Morelos); Volcán de Colima (Colima); Ceboruco (Nayarit); Citlaltépetl o Pico de Orizaba (Veracruz, Puebla) y Chichón (Chiapas).
Si bien el territorio mexicano se ubica entre grandes placas tectónicas que ocasionan la formación de montañas, cordilleras, volcanes y otras figuras topográficas, a toda esta región geológica se le conoce como Faja Volcánica Transmexicana y forma parte del Anillo de Fuego del Pacífico, que es una zona ubicada en las costas de América y Asia, en la que hay mucha actividad sísmica y volcánica.
Los volcanes de México pertenecen, pues, al Anillo de Fuego del Pacífico y se formaron en la placa tectónica continental de América del Norte, en sus choques con la Placa del Pacífico y la Placa de Cocos hace miles o millones de años atrás.
Y aunque en México las autoridades contabilizan más de dos mil formaciones volcánicas, no todas son reconocidas como tal, debido a razones como su tamaño o porque están extintos desde hace miles de años.
El Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) reconoce la existencia de 42 volcanes en México, los cuales están divididos por zona geográfica.
En la zona de Baja California, Noreste de México e Islas Mexicanas hay 16 volcanes, de estos 15 tienen nombre oficial, siendo:
Cerro Prieto; Pinacate; San Quintín; Isla San Luis; Jaraguay; Coronado; Guadalupe; San Borja; El Aguajito; Tres Vírgenes; Isla Tortuga; Punta Pulpito; Comondú La Purísima; Bárcena; y Socorro.
En la zona Oeste y centro de México es donde se concentra la mayor cantidad de volcanes, con 24 reconocidos y nombrados oficialmente:
Durango; Sangangüey; Ceboruco; Mascota; Sierra la Primavera; Paricutín; Los Azufres; Los Atlixcos; Jocotitlán; Los Humeros; Naolinco; Colima; Zitácuaro-Valle de Bravo; La Gloria; Papayo; Serdán-Oriental; La Malinch; Iztaccíhuatl; Las Cumbres; Nevado de Toluca; Chichinautzin; Pico de Orizaba; Popocatépetl y San Martín.
La zona sur de México es la que menos formaciones volcánicas tiene, con solamente dos reconocidas de manera oficial: El Chichón; y el Tacana.
Los volcanes más peligrosos de México
El CENAPRED vigila la actividad de todos los volcanes de México, pero en particular la de diez de ellos. Los más conocidos y de mayor riesgo son el Popocatépetl; Volcán de Colima; Ceboruco; Pico de Orizaba y Chichón, pero también hay otros a los que se sigue de cerca.
Tres Vírgenes, Baja California Sur. Hizo erupciones en 1746 y 1857. La última actividad registrada es en julio de 2001.
Ceboruco, Nayarit. Actualmente, emite fumarolas y hay posibilidades de que haga erupciones en el futuro.
Sanguanguey, Nayarit. No hace erupción desde 1859, pero se le considera activo.
Colima o Volcán de Fuego, Jalisco y Colima. Éste es el volcán más activo de todo México. Registró más de 20 erupciones entre 1560 a 1991.
Popocatépetl, México, Puebla y Morelos. Es el segundo volcán más alto del país. Tiene actividad intensa que mantiene en alerta a todo el Valle de México. Tuvo actividad moderada de 1347 a 1920; pero a finales de los 90 fue más constante, con explosiones, fumarolas y expulsión de lava.
Pico de Orizaba o Citlaltépetl, Puebla y Veracruz. Es la formación montañosa más alta de México. Tuvo erupciones entre 1533 y 1867, desde entonces ha permanecido en reposo.
San Martín Tuxtla, Veracruz. La erupción más reciente fue en 1838.
El Chichón, Chiapas. Tuvo una erupción fuerte en marzo de 1982, la cual destruyó varias poblaciones y mató a más de dos mil personas. Este volcán continúa activo, por lo que está en constante vigilancia.
Tacaná, Chiapas y Guatemala. Tuvo ligera actividad entre 1855 y 1986, sin incidentes mayores.
Bárcena, Baja California. El volcán está formado por un cono de ceniza. Es bastante reciente, pues se originó en agosto de 1952. Provocó daños ecológicos considerables durante su nacimiento y hasta marzo de 1953.
Everman o Socorro, Colima. Su última erupción fue en enero de 1993 y finalizó en febrero de 1994, pero el CENAPRED, pese a que es una de las tantas montañas “dormidas” —prefcisa— son monitoreadas permanentemente ya que México es una zona sísmica que no termina de temblar, ni de echar humo a través de sus volcanes amenazantes.
¿Y los volcanes submarinos?
México tiene volcanes en medio del mar, muy pocos los conocen y son Patrimonio Mundial.
El Archipiélago de Revillagigedo está conformado por la cima de cuatro volcanes en medio del mar, que incluso, las vistas son impresionantes.
El 9 de marzo del 2024 —y conste que no es secreto— uno de los tesoros naturales más característicos de México son sus volcanes. Desde el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl hasta el Pico de Orizaba y el Volcán de Colima, que se yerguen imponentes y ofrecen vistas que roban el aliento al núcleo turístico.
Lo que muy pocos saben es que en México existen volcanes en medio del mar y que además son considerados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Situado en medio de las aguas del Pacífico, el Archipiélago de Revillagigedo es un conjunto de cuatro islas volcánicas que suponen uno de los ecosistemas más especiales de la República Mexicana.
Ubicadas a aproximadamente 800 kilómetros al oeste de Manzanillo y a 400 kilómetros al sur de Cabo San Lucas, estas islas remotas son en realidad las cumbres emergidas de algunos de los volcanes que integran una cadena montañosa submarina en medio del Océano Pacífico.
El Archipiélago de Revillagigedo está conformado por cuatro islas —San Benedicto, Socorro, Clarión y el islote de Roca Partida—, en las cuales imperan paisajes que parecen de otro planeta con volcanes activos, arcos, acantilados, crestas de lava y formaciones rocosas que se mantienen firmes en medio del oleaje, con un punto máximo de 1700 metros sobre el nivel del mar en la cima del Monte Evermann, en la Isla Socorro.
Además de sus estremecedoras panorámicas, el Archipiélago de Revillagigedo es famoso entre la comunidad científica por la enorme cantidad de flora y fauna endémica que habita en sus sitios, donde se hallan como 25 especies de aves marinas (de las 133 que se han registrado en total).
Esos volcanes en medio del mar fueron declarados como Reserva de la Biósfera en 1994, pues en los mares mexicanos, es posible encontrar una enorme cantidad de especies invertebradas, como crustáceos, moluscos y corales.
Sobra decir que la biodiversidad de peces también es abrumadora, pues se han registrado al menos 321 especies, entre las que figuran tiburones y mantarrayas gigantes, así como 16 especies distintas de ballenas y delfines.
Las cenizas volcánicas sirven de fertilizante
Tras la gran cantidad de ceniza expulsada por la erupción del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, se empezó a considerar qué uso se le podría dar a estas partículas. Además de ser utilizadas en el sector de la construcción, podrían ser aprovechadas como fertilizante para cultivos. La economía circular también puede aplicarse con la ceniza volcánica.
El volcán de Cumbre Vieja expulsó en sus 85 días de erupción 159 millones de metros cúbicos de lava, según un informe del Gobierno de España. Un hecho que llevó al planteamiento de reutilizar la ceniza volcánica. Pero, ¿Qué se puede hacer con toda esta ceniza? ¿Se puede aprovechar para la construcción o como abono para cultivos?
Estos residuos del volcán podrían resultar útiles de cara a levantar edificios. “El empleo de adiciones puzolánicas (puzolanas) procedentes de antiguas erupciones volcánicas se ha empleado en la fabricación de cemento en numerosas ocasiones”, explican, a través del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, la ingeniera Pilar Segura Pérez y el licenciado en Ciencias Químicas Juan Fernando Martínez Díaz, empleados de la empresa gGRAVITY del grupo Dragados de España.
Esta práctica se ha realizado desde hace siglos. Una investigación publicada en la revista American Mineralogist indica que los antiguos romanos ya utilizaban hace dos milenios un hormigón que contenía ceniza volcánica para erigir algunas de sus construcciones. Los autores indican que el contacto de este material con el agua del mar ha reforzado dichas estructuras a lo largo de los siglos.
Tanto Segura como Martínez confirman que el uso de determinados materiales volcánicos mezclados con cal, agua, arena y piedras en la construcción “tiene miles de años de antigüedad y es especialmente evidente en múltiples obras de la ingeniería y arquitectura romanas”. Ambos expertos ponen como ejemplo la cúpula del Panteón de Agripa, en Roma, que fue “construida íntegramente con morteros y hormigones de puzolana y cal”.
Una segunda vida para la ceniza volcánica
Algunos materiales de origen volcánico pueden ser capaces de reaccionar con la cal y el agua, formando compuestos hidratados resistentes y estables: “A estos materiales se les denomina puzolanas y hay una larga tradición de su empleo hasta nuestros días como adiciones íntimamente mezcladas con el cemento ‘Portland’, empleado en fabricación de hormigones y morteros”.
En el caso de las cenizas recogidas tras la erupción del volcán Cumbre Vieja, no se trata de evaluar la posible explotación de depósitos con centenares o miles de años de antigüedad, sino de depósitos mucho más recientes y, por lo tanto, menos conocidos y estudiados.
También se le conoce como “Don Goyo” o simplemente como “Popo”. El Popocatépetl es un estratovolcán o volcán compuesto. Se le describe como un volcán activo, de hecho, el más activo de México.
Descansa al sur de la Ciudad de México sobre los estados de Puebla, Morelos y México, en una provincia fisiográfica nombrada Eje Neovolcánico o Eje Volcánico Transversal, que es una cadena de volcanes que incluye al Iztaccíhuatl, al Paricutín y al Nevado de Toluca, entre otros. De apariencia casi simétrica, cubre una superficie de 283,192.53 hectáreas y tiene una altura de 5,426 metros sobre el nivel del mar.
Posee un cráter elíptico de paredes empinadas con una profundidad de 150 metros desde el labio inferior, un diámetro mayor de 900 metros y un ancho total de 400x600 metros.
El paisaje en la zona que rodea al Popocatépetl es bellamente incomparable. En viajes aéreos se ha observado la majestuosidad de la montaña humeante. Todo un espectáculo de la naturaleza. Contiene varios tipos de ecosistemas con rica variedad de flora y fauna. Hay bosques mixtos de pino, oyamel y encino, donde coexisten hasta mil especies de plantas.
Sobre el cono, principalmente cerca de la boca, se encuentran glaciares que durante los últimos años han disminuido, pero en tiempos invernales, se transforma en una mega belleza de la naturaleza.
“La Mujer Dormida”
Un dato interesante que atrae la atención de la sociedad, ¿cuándo fue la última vez que el Iztaccíhuatl hizo erupción? De esto se sabe poco, pero “el volcán” forma parte de una importante leyenda en México y también se le conoce como “La Mujer Dormida”.
Con la reciente actividad volcánica que está presentando el volcán Popocatépetl, muchos de los habitantes se han preguntado si el Iztaccíhuatl también podría despertar y hacer erupción, o algún “eructo” que provenga de las entrañas de la tierra.
Testimonios de la prensa mexicana, detallan que el volcán Iztaccíhuatl está a sólo 50 kilómetros de proximidad del Popocatépetl, por lo que se encendieron las alarmas para poder saber si era posible que “La Mujer Dormida” reportara alguna actividad.
De acuerdo con diversos especialistas de la UNAM, el volcán Iztaccíhuatl es uno de los que NO presenta actividad reciente, es decir, la actividad del Popocatépetl no representa un riesgo importante de que “La Mujer Dormida” sea “despierta” por su eterno acompañante de la cordillera mexicana.
De acuerdo con vulcanólogos, fue en el año 1869 la última vez que se registró una erupción, por lo que es una de las últimas veces que se tiene dicho antecedente. Así se narra en el libro “Las montañas de México”. Testimonio del cronista, Miguel Guzmán Peredo, cita a Jesús Galindo y Villa, sobre sus aventuras entre los volcanes de México.
“El 20 de julio de 1868, como a las diez de la mañana, se oyó un fuerte ruido en la montaña Iztaccíhuatl; que a pocos momentos notó que se cimbraba, y un reventón en la parte más elevada… por dicho reventón salió inmediatamente mucho aire y muy fuerte, comenzando enseguida a arrojar peñascos, los que al rodar hacia la falda arrancaron grandes árboles que encontraron en su tránsito acompañado de aguas azufrosas de color oscuro”, se narra en el compendio.
Sin embargo, hasta el momento, no se tienen reportes de que el Iztaccíhuatl, “La Mujer Dormida”, pueda hacer explosión así como el travieso Popocatépetl, el cual ha provocado constantemente la alerta ciudadana ante cualquier eventualidad de erupción.
Formación de Volcán Popocatépetl
La montaña humeante del Popocatépetl, es un volcán geológicamente joven. Se cree que tiene unos 730 mil años de antigüedad y que es remanente de volcanes antiguos que colapsaron. Su historia comenzó con la formación del volcán Nexpayantla a través de la expulsión de flujos de lava andesítica y dacítica.
Años después, este volcán colapsó y en consecuencia se formó una caldera, es decir, una depresión amplia y profunda debajo de la cual se halla una cámara de magma.
El cono de un nuevo volcán, Ventorrillo, emergió entonces, pero experimentó un colapso hace aproximadamente 23,000 años. Posteriormente empezó a emerger el volcán El Fraile, pero al cabo de un tiempo terminó por colapsar también debido a una fuerte erupción, tras lo cual el lado sur del cono quedó destruido. El moderno Popocatépetl tuvo su origen durante el Pleistoceno tardío-Holoceno, después del derrumbe de El Fraile.
El cono perteneciente a Don Goyo se formó paulatinamente hasta adquirir un tamaño significativo, pero produjo una fuerte erupción que hizo colapsar un lateral del cono y generar una avalancha de depósitos que cubrió la superficie. Al menos cuatro avalanchas subsecuentes contribuyeron a formar el moderno cono.
Explosiones provenientes del Popo
Es un estratovolcán andesitico-dacítico. A partir de mediados del Holoceno se han producido tres grandes erupciones plinianas; la última ocurrió en el año 800 d. C. Se estima que ha estado activo durante más de medio millón de años, y su historial de erupciones es bastante amplio.
La erupción volcánica más antigua que se ha confirmado del Popocatépetl tuvo lugar en el 7150 a. C. En total, existen 41 erupciones confirmadas a lo largo de la historia, y hay cinco aún inciertas.
Por otro lado, se ha registrado más de 15 grandes erupciones a partir de la llegada de los españoles a tierras mexicanas. Muchos eventos fueron documentados por los aztecas en sus códices, como el que sucedió en el año 1509 d. C, el cual fue plasmado en los códices Telleriano-Remensis y Vaticano.
En 1519 dio inicio una actividad fumarólica que culminó en 1530. Entre 1539 y 1549 se produjeron erupciones explosivas moderadas que liberaron piedra pómez del interior de la tierra.
Durante el siglo XX ocurrieron algunas erupciones de moderadas a intensas, de estas últimas, la más recordada es la de 1947. En 1994, los gases y cenizas exhalados obligaron a los pobladores cercanos a evacuar sus hogares para ponerse a salvo. Esto es un punto esencial para las más de 25 millones de personas que viven a menos de 100 kilómetros del cráter, y principalmente, para las cerca de 325 establecidas a cinco kilómetros. En el 2000, el volcán hizo su erupción más grande en 1,200 años.
En los días 18 y 19 de diciembre de ese año, arrojó grandes cantidades de material incandescente, en tres episodios, y el 24 de ese mes arrojó fragmentos a unos 2.5 kilómetros y produjo una columna de ceniza de unos cinco kilómetros de altura.
Don Goyo continúa tan activo como siempre, y de vez en cuando realiza exhalaciones y explosiones de intensidad moderada, toda vez que al existir el rugir de la montaña humeante, los lugareños y la población en general, asumen posiciones de alerta para cualquier contingencia o peligro que podrían abatirse contra la sociedad.
Hace más de medio siglo, particularmente durante el siglo XX, alpinistas acudían a desafiar los peligros de Don Goyo, algunos no pudieron lograrlo, pero para aquellos que dominaron las alturas a pesar de causar los consabidos vértigos, tomarse una postal (hoy selfies) a la orilla del cráter, no cualquiera podría presumir la osadía de sus aventuras.
Existen otros episodios de ciudadanos que ante la eventualidad asociada al Popo, han predecido que sus sueños van más allá de lo inverosímil, “ver enfurecido al Popocatépetl con una explosión volcánica moral, abriéndose la tierra acompañado de fuertes terremotos, como si se tratara de una película de terror de Hollywoo”d.
¿Cuántos volcanes hay en México?
Cuando menos se tienen contabilizados y reconocidos de manera oficial 42 volcanes ubicados en el cinturón la República Mexicana, de los dos mil existentes; 40 de ellos registran actividad y los cinco de mayor riesgo son el Popocatépetl (Puebla, Estado de México y Morelos); Volcán de Colima (Colima); Ceboruco (Nayarit); Citlaltépetl o Pico de Orizaba (Veracruz, Puebla) y Chichón (Chiapas).
Si bien el territorio mexicano se ubica entre grandes placas tectónicas que ocasionan la formación de montañas, cordilleras, volcanes y otras figuras topográficas, a toda esta región geológica se le conoce como Faja Volcánica Transmexicana y forma parte del Anillo de Fuego del Pacífico, que es una zona ubicada en las costas de América y Asia, en la que hay mucha actividad sísmica y volcánica.
Los volcanes de México pertenecen, pues, al Anillo de Fuego del Pacífico y se formaron en la placa tectónica continental de América del Norte, en sus choques con la Placa del Pacífico y la Placa de Cocos hace miles o millones de años atrás.
Y aunque en México las autoridades contabilizan más de dos mil formaciones volcánicas, no todas son reconocidas como tal, debido a razones como su tamaño o porque están extintos desde hace miles de años.
El Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) reconoce la existencia de 42 volcanes en México, los cuales están divididos por zona geográfica.
En la zona de Baja California, Noreste de México e Islas Mexicanas hay 16 volcanes, de estos 15 tienen nombre oficial, siendo:
Cerro Prieto; Pinacate; San Quintín; Isla San Luis; Jaraguay; Coronado; Guadalupe; San Borja; El Aguajito; Tres Vírgenes; Isla Tortuga; Punta Pulpito; Comondú La Purísima; Bárcena; y Socorro.
En la zona Oeste y centro de México es donde se concentra la mayor cantidad de volcanes, con 24 reconocidos y nombrados oficialmente:
Durango; Sangangüey; Ceboruco; Mascota; Sierra la Primavera; Paricutín; Los Azufres; Los Atlixcos; Jocotitlán; Los Humeros; Naolinco; Colima; Zitácuaro-Valle de Bravo; La Gloria; Papayo; Serdán-Oriental; La Malinch; Iztaccíhuatl; Las Cumbres; Nevado de Toluca; Chichinautzin; Pico de Orizaba; Popocatépetl y San Martín.
La zona sur de México es la que menos formaciones volcánicas tiene, con solamente dos reconocidas de manera oficial: El Chichón; y el Tacana.
Los volcanes más peligrosos de México
El CENAPRED vigila la actividad de todos los volcanes de México, pero en particular la de diez de ellos. Los más conocidos y de mayor riesgo son el Popocatépetl; Volcán de Colima; Ceboruco; Pico de Orizaba y Chichón, pero también hay otros a los que se sigue de cerca.
Tres Vírgenes, Baja California Sur. Hizo erupciones en 1746 y 1857. La última actividad registrada es en julio de 2001.
Ceboruco, Nayarit. Actualmente, emite fumarolas y hay posibilidades de que haga erupciones en el futuro.
Sanguanguey, Nayarit. No hace erupción desde 1859, pero se le considera activo.
Colima o Volcán de Fuego, Jalisco y Colima. Éste es el volcán más activo de todo México. Registró más de 20 erupciones entre 1560 a 1991.
Popocatépetl, México, Puebla y Morelos. Es el segundo volcán más alto del país. Tiene actividad intensa que mantiene en alerta a todo el Valle de México. Tuvo actividad moderada de 1347 a 1920; pero a finales de los 90 fue más constante, con explosiones, fumarolas y expulsión de lava.
Pico de Orizaba o Citlaltépetl, Puebla y Veracruz. Es la formación montañosa más alta de México. Tuvo erupciones entre 1533 y 1867, desde entonces ha permanecido en reposo.
San Martín Tuxtla, Veracruz. La erupción más reciente fue en 1838.
El Chichón, Chiapas. Tuvo una erupción fuerte en marzo de 1982, la cual destruyó varias poblaciones y mató a más de dos mil personas. Este volcán continúa activo, por lo que está en constante vigilancia.
Tacaná, Chiapas y Guatemala. Tuvo ligera actividad entre 1855 y 1986, sin incidentes mayores.
Bárcena, Baja California. El volcán está formado por un cono de ceniza. Es bastante reciente, pues se originó en agosto de 1952. Provocó daños ecológicos considerables durante su nacimiento y hasta marzo de 1953.
Everman o Socorro, Colima. Su última erupción fue en enero de 1993 y finalizó en febrero de 1994, pero el CENAPRED, pese a que es una de las tantas montañas “dormidas” —prefcisa— son monitoreadas permanentemente ya que México es una zona sísmica que no termina de temblar, ni de echar humo a través de sus volcanes amenazantes.
¿Y los volcanes submarinos?
México tiene volcanes en medio del mar, muy pocos los conocen y son Patrimonio Mundial.
El Archipiélago de Revillagigedo está conformado por la cima de cuatro volcanes en medio del mar, que incluso, las vistas son impresionantes.
El 9 de marzo del 2024 —y conste que no es secreto— uno de los tesoros naturales más característicos de México son sus volcanes. Desde el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl hasta el Pico de Orizaba y el Volcán de Colima, que se yerguen imponentes y ofrecen vistas que roban el aliento al núcleo turístico.
Lo que muy pocos saben es que en México existen volcanes en medio del mar y que además son considerados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Situado en medio de las aguas del Pacífico, el Archipiélago de Revillagigedo es un conjunto de cuatro islas volcánicas que suponen uno de los ecosistemas más especiales de la República Mexicana.
Ubicadas a aproximadamente 800 kilómetros al oeste de Manzanillo y a 400 kilómetros al sur de Cabo San Lucas, estas islas remotas son en realidad las cumbres emergidas de algunos de los volcanes que integran una cadena montañosa submarina en medio del Océano Pacífico.
El Archipiélago de Revillagigedo está conformado por cuatro islas —San Benedicto, Socorro, Clarión y el islote de Roca Partida—, en las cuales imperan paisajes que parecen de otro planeta con volcanes activos, arcos, acantilados, crestas de lava y formaciones rocosas que se mantienen firmes en medio del oleaje, con un punto máximo de 1700 metros sobre el nivel del mar en la cima del Monte Evermann, en la Isla Socorro.
Además de sus estremecedoras panorámicas, el Archipiélago de Revillagigedo es famoso entre la comunidad científica por la enorme cantidad de flora y fauna endémica que habita en sus sitios, donde se hallan como 25 especies de aves marinas (de las 133 que se han registrado en total).
Esos volcanes en medio del mar fueron declarados como Reserva de la Biósfera en 1994, pues en los mares mexicanos, es posible encontrar una enorme cantidad de especies invertebradas, como crustáceos, moluscos y corales.
Sobra decir que la biodiversidad de peces también es abrumadora, pues se han registrado al menos 321 especies, entre las que figuran tiburones y mantarrayas gigantes, así como 16 especies distintas de ballenas y delfines.
Las cenizas volcánicas sirven de fertilizante
Tras la gran cantidad de ceniza expulsada por la erupción del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, se empezó a considerar qué uso se le podría dar a estas partículas. Además de ser utilizadas en el sector de la construcción, podrían ser aprovechadas como fertilizante para cultivos. La economía circular también puede aplicarse con la ceniza volcánica.
El volcán de Cumbre Vieja expulsó en sus 85 días de erupción 159 millones de metros cúbicos de lava, según un informe del Gobierno de España. Un hecho que llevó al planteamiento de reutilizar la ceniza volcánica. Pero, ¿Qué se puede hacer con toda esta ceniza? ¿Se puede aprovechar para la construcción o como abono para cultivos?
Estos residuos del volcán podrían resultar útiles de cara a levantar edificios. “El empleo de adiciones puzolánicas (puzolanas) procedentes de antiguas erupciones volcánicas se ha empleado en la fabricación de cemento en numerosas ocasiones”, explican, a través del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, la ingeniera Pilar Segura Pérez y el licenciado en Ciencias Químicas Juan Fernando Martínez Díaz, empleados de la empresa gGRAVITY del grupo Dragados de España.
Esta práctica se ha realizado desde hace siglos. Una investigación publicada en la revista American Mineralogist indica que los antiguos romanos ya utilizaban hace dos milenios un hormigón que contenía ceniza volcánica para erigir algunas de sus construcciones. Los autores indican que el contacto de este material con el agua del mar ha reforzado dichas estructuras a lo largo de los siglos.
Tanto Segura como Martínez confirman que el uso de determinados materiales volcánicos mezclados con cal, agua, arena y piedras en la construcción “tiene miles de años de antigüedad y es especialmente evidente en múltiples obras de la ingeniería y arquitectura romanas”. Ambos expertos ponen como ejemplo la cúpula del Panteón de Agripa, en Roma, que fue “construida íntegramente con morteros y hormigones de puzolana y cal”.
Una segunda vida para la ceniza volcánica
Algunos materiales de origen volcánico pueden ser capaces de reaccionar con la cal y el agua, formando compuestos hidratados resistentes y estables: “A estos materiales se les denomina puzolanas y hay una larga tradición de su empleo hasta nuestros días como adiciones íntimamente mezcladas con el cemento ‘Portland’, empleado en fabricación de hormigones y morteros”.
En el caso de las cenizas recogidas tras la erupción del volcán Cumbre Vieja, no se trata de evaluar la posible explotación de depósitos con centenares o miles de años de antigüedad, sino de depósitos mucho más recientes y, por lo tanto, menos conocidos y estudiados.
Los expertos
consultados subrayan que “la ausencia a día de hoy de datos experimentales
completos y representativos de sus características físico-químicas, su
variabilidad o la cantidad disponible genera todavía muchas incertidumbres que
impiden afirmar que su uso como adición al hormigón sea posible”.
Durante la erupción, los trabajadores de INVOLCAN cada día recolectaban ceniza de la erupción en diferentes lugares para caracterizarla. Además de la viabilidad técnica, hay muchos otros factores —sociales, ambientales o logísticos— que se deben tener en cuenta “antes de concluir que su uso para este fin sea deseable o conveniente”. Por lo tanto, los expertos de gGRAVITY consideran “prematuro” hacer conjeturas sobre su posible utilidad como material de construcción.
En el mundo de la agricultura
Más allá del sector de la construcción, la ceniza de los volcanes puede resultar útil en los cultivos, tal y como explican desde la Asociación Volcanes de Canarias. “En Lanzarote se usa para cubrir los campos, ya que retiene la humedad del suelo y mineraliza”, indican. Las cenizas volcánicas podrían también ser empleadas como fertilizante, tal y como se ha hecho en Lanzarote para el cultivo de la vid.
Las erupciones explosivas como la del volcán de Cumbre Vieja, según Segura y Martínez, suelen expulsar grandes cantidades de ceniza y escombros generando materiales ricos en aluminio, sodio y potasio.
Este tipo de suelos “suele ser muy adecuado para los cafetales, como lo demuestran los situados en Ecuador, Guatemala o Colombia, localizados en el llamado ‘cinturón de fuego”. Pero en este caso, al igual que ocurre con el hormigón, las cenizas “deben ser analizadas para poder determinar el potencial beneficio de su empleo”.
Durante la erupción, los trabajadores de INVOLCAN cada día recolectaban ceniza de la erupción en diferentes lugares para caracterizarla. Además de la viabilidad técnica, hay muchos otros factores —sociales, ambientales o logísticos— que se deben tener en cuenta “antes de concluir que su uso para este fin sea deseable o conveniente”. Por lo tanto, los expertos de gGRAVITY consideran “prematuro” hacer conjeturas sobre su posible utilidad como material de construcción.
En el mundo de la agricultura
Más allá del sector de la construcción, la ceniza de los volcanes puede resultar útil en los cultivos, tal y como explican desde la Asociación Volcanes de Canarias. “En Lanzarote se usa para cubrir los campos, ya que retiene la humedad del suelo y mineraliza”, indican. Las cenizas volcánicas podrían también ser empleadas como fertilizante, tal y como se ha hecho en Lanzarote para el cultivo de la vid.
Las erupciones explosivas como la del volcán de Cumbre Vieja, según Segura y Martínez, suelen expulsar grandes cantidades de ceniza y escombros generando materiales ricos en aluminio, sodio y potasio.
Este tipo de suelos “suele ser muy adecuado para los cafetales, como lo demuestran los situados en Ecuador, Guatemala o Colombia, localizados en el llamado ‘cinturón de fuego”. Pero en este caso, al igual que ocurre con el hormigón, las cenizas “deben ser analizadas para poder determinar el potencial beneficio de su empleo”.
Algunos científicos han
sugerido usar con otros fines las cenizas de los volcanes. Por ejemplo, en 2013
investigadores del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey,
propusieron utilizarlas en la industria textil, para elaborar artesanías,
sellar superficies que se han de pintar después, quitar pintura u otros
acabados o limpiar moldes permanentes para fundición.
Además de su alta peligrosidad y la belleza de sus formaciones, los volcanes también son una fuente inagotable y sostenible de recursos materiales que arrojan ganancias muy interesantes. Lo único indispensable es la colaboración de un ejército de ciudadanos, sobre todo indígenas, que estén interesados en recoger las cenizas de la naturaleza volcánica y desarrollar los inventos necesarios para obtener muchas ganancias económicas.
En conclusión, quienes habitamos la Ciudad de México, se puede concebir que es un privilegio haber nacido en una República dotada de mil y una maravillas, ya que sus bellezas naturales, es la vertiginosa formación de una naturaleza sinigual.
Reportero Free Lance*
Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón-2021
filtrodedatospoliticos@gmail.com
Además de su alta peligrosidad y la belleza de sus formaciones, los volcanes también son una fuente inagotable y sostenible de recursos materiales que arrojan ganancias muy interesantes. Lo único indispensable es la colaboración de un ejército de ciudadanos, sobre todo indígenas, que estén interesados en recoger las cenizas de la naturaleza volcánica y desarrollar los inventos necesarios para obtener muchas ganancias económicas.
En conclusión, quienes habitamos la Ciudad de México, se puede concebir que es un privilegio haber nacido en una República dotada de mil y una maravillas, ya que sus bellezas naturales, es la vertiginosa formación de una naturaleza sinigual.
Reportero Free Lance*
Premio México de Periodismo Ricardo Flores Magón-2021
filtrodedatospoliticos@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario