sábado, 19 de marzo de 2011

Artes Plásticas

SUSANA ENRÍQUEZ, TRAE DESDE AUSTRALIA “ROJO DE ULTRAMAR”


De la Redacción


La exposición pictórica se titula: “Rojo de Ultramar”, y será abierta a todo público el jueves 17 de marzo de 2011. La autora de la muestra, es la Maestra Susana Enríquez, quien al continuar su carrera artística en Australia, está montando una de sus más recientes producciones abstractas –en mediano y gran formato-, en Presidente Masaryk 526, en Polanco, dentro de la Galería del Seminario de Cultura Mexicana, institución dirigida por su presidente nacional, escritor y profesor Arturo Azuela. Los coloridos trabajos en los que la expositora aplica también algunas técnicas esfumadas, están siendo montados por la directora de eventos artísticos del citado centro colegiado, Sanda Racotta.

“Cuando pinto, veo paisajes, imágenes, de lugares y objetos que me interesan y los guardo en la memoria a manera de energías, que provocan dentro de mí ese contexto de tiempo y espacio”, aseveró Susana Enríquez, quien agrega que entonces se vuelve a ubicar en el sitio justo donde ella experimentó la transfiguración. “Y entonces, esa energía, al trasladarla a mí con libertad e imaginación, la abro a la naturaleza misma para entregarle a ella mi propia interpretación. Se trata entonces de una respuesta emocional, única, envolvente y mística que yo he intentado trascenderla al lienzo, ubicándome al mismo tiempo en el sitio original donde fue descubierta por mí. No se trata entonces, de una descripción literal, sino de una cualidad abstracta de la pintura o del color que se produce a través del proceso creativo. Y es en ese momento también, dentro del proceso, que se concretan la búsqueda y la expresión de valores espirituales”.

¿Y cómo maneja esa fusión de colores que los críticos de arte consideran muy complicado para solventar el concepto emocional y estético deseado por usted en sus obras?

“Mire usted, el espacio creativo en el que procuro ubicarme, es el de la música. Y esto es, porque cuando pinto siento que me encuentro dentro de una sinfonía. Que yo misma me transfiguro en música. Existe también, claro, mucho de intuición y de ordenamiento interior, para asimilar lo que he visto en mi entorno cultural. En México, por ejemplo, estamos rodeados de colores, olores, sonidos, y una luz solar única que son las iridiscencias que yo tanto amo y a la que estoy acostumbrada desde niña. Acto segundo, yo me siento muy bien cuando estoy acompañada de una generosa variedad de colores químicos. Mis pinceles son también variadísimos. Así empieza entre el cuadro y yo una sinfonía íntima y especialísima. Y como entre él y yo conformamos una relación lúdica y un tanto juguetona, la propia obra en proceso empieza a indicarme o comunicarme lo que necesita”.

¿Y cómo sabe usted cuando un cuadro ya está terminado, cuando ya no requiere ni de una pincelada más? ¿Qué tan difícil le resulta esta auto-respuesta?

“Es muy difícil, claro está, sobre todo cuando la abstracción está determinando o conformando nuestro trabajo estético. Un cuadro, siento yo, no es terminal. Para los ojos de un pintor, los cuadros no tienen fin, porque podríamos prolongarlos indefinidamente. Siempre habrá un mínimo detalle o un travieso demonio que nos provoque con un guiño a continuar. Se trata entonces, de un momento muy sufriente. Muy especial. En donde el reto consiste en soltar los pinceles con decisión, y comprender que no podemos permitirnos el dolor de ver una obra nuestra pasada de masa, tiempo y espacio. De esta manera, más vale que falte el eterno “algo”, a que le sobre lo que ya no le hace falta. En fin, es un reto. Una decisión siempre difícil”.

Susana Enríquez, reside en Australia, donde ha seguido con sus estudios y experimentación en la Universidad de Newscastle. En 2003, recibió dos becas. La internacional de investigación del postgrado –International Postgraduate Research Scholarship) y Beca de investigación del Postgrado de la Universidad de Newscastle (University of Newscastle Postgraduate Research Scholarship.

Sasha Grishin de Australian National University, dijo que las pinturas de Enríquez, apellido que indica su matrimonio con el importante compositor mexicano Manuel Enríquez, (1926-1994); “por todo su intento didáctico, están principalmente contenidas en una muy personal morfología visual, donde colores vivaces e intensos pasajes gestuales, hablan no sólo de equivalencias de color-música, sino de todo un escenario de ejecución. Estamos llamados a atestiguar las marcas hechas por la artista como explosiones de energía y a mirar las huellas de su respuesta física con su encuentro con la música”, observó Grishin.

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