martes, 8 de marzo de 2011

Artes Plásticas

LA FIESTA BRAVA, EN EL ARTE DE ALEJANDRA AGUILAR MOLINA

De la Redacción

Alejandra Aguilar Molina, cuya pintura resulta siempre inolvidable para sus admiradores, tomó en esta ocasión el infinito tema taurino, para llenar en más de 25 telas de mediano y gran formato, la atracción del sol, de la alegría, de la intensidad, del dramatismo, del suspenso, del amor y de la belleza inusitadas; utilizando para ello, pinturas al óleo con las que ella desarrolló toda esa tradicional Fiesta, que desde hace muchas décadas ha constituido el llamado Arte de Cúchares.

Apoyada por la experiencia de Sanda Racotta, coordinadora de eventos culturales del Seminario de Cultura Mexicana, se inauguró hace unas horas la citada Muestra en la galería ubicada dentro de la Institución, de Presidente Masaryk 526, Polanco. El público, disfrutó realmente las obras, en la cual la artista, bajo el nombre de “Las Vísperas”, desarrolló cinco series de pinturas, en donde de manera muy lograda, unificó a éstas un dibujo de rigurosa línea académica, cromado dentro de una fina expansión de gamas sutilmente armonizadas. En ellas, Alejandra Aguilar Molina, mostró no sólo una sensibilidad muy especial para planificar una historia de toros, toreros y torerías, sino, que al mismo tiempo, filtró a la totalidad de la composición, el tono fresco y nostálgico de la siempre gustada pintura de caballete, incorporada no sólo a la figura humana, sino incluso a escenarios y atmósferas vivas que nos llevan de la mano a la intimidad, al misterio y a los amenos juegos de lo imaginario o lo fantástico.

La artista, quien asistió a su propia exposición con su esposo, fue testigo que al público le agradó muchísimo la muestra junto con su estilo para pintar. Ya que el personaje principal, representado por un joven y bello torero, fue concebido por la pintora en todos los momentos de enfrentamiento emocional consigo mismo. En Vigilia, el personaje se siente angustiado 24 horas antes de la corrida y lee un libro; también apaga una vela para pedir un deseo; se contempla a sí mismo ante un espejo con cabeza de toro y mucho más. En el atuendo, el traje de luces, aparece impregnado de vibraciones magnéticas dentro de una noche retocada de luceros. También en un cuadro se aconseja, que un torero no debe dejar las zapatillas ni la montera, sobre una cama.

Los trastos y los avíos, también explican a la gente la inevitable realidad, de que esas banderillas y demás objetos para el rejoneo hasta llegar a las espadas y a la puntilla, serán para matar a un toro antes de que éste embista a su oponente. Por ahí también, aparece una camioneta –La Calesa-, en donde el hombre viajará rumbo a la Plaza de Toros a enfrentar su destino. Ahí lo esperan dos presiones fortísimas: La que imprimen los propios aficionados y la del animal quien mira de frente al adversario, tratando de defenderse o de huir. Así, nada olvidó la joven pintora, ni al público, ni a la taquilla, ni las supersticiones, ni el color, la risa o la angustia tan clásicas en la llamada Fiesta Brava.

Por lo pronto, es importante señalar que la importante muestra permanecerá varias semanas en el Seminario de Cultura Mexicana dentro de las diez o más horas hábiles permitidas de lunes a viernes, y, que resulta realmente muy recomendable trasladarse a esa zona de la ciudad para disfrutar una magnífica muestra que está atrayendo diariamente a mucho público.

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