El reconocido acuarelista y funcionario diplomático, José Rodríguez Sánchez, considerado por los críticos mexicanos como el Rey boliviano del Realismo Fantástico, y ganador, además, del Premio Tlacuilo en Artes Plásticas 2008; se despidió de México, para continuar con diversos proyectos diplomáticos y artísticos en su país; mediante una exposición de casi 50 obras pictóricas, montada en

¿Usted ha trabajado así desde un principio?
Desde luego que no. Mi trabajo ha sido no sólo
lento y difícil sino incluso complicado. Porque al pintar necesité siempre de
toda mi concentración y reflexión. Un acuarelista, debe imaginar lo que
realmente desea desde mucho antes del primer trazo. Entender con el espíritu,
con la mente y con el corazón, qué es lo que quiere, y cómo desea desarrollar
su proyecto artístico del hoy y del siempre. Enamorarse, en una palabra, de la
realidad circundante. De la vida que le rodea. Sean mujeres, niños, ancianos,
plantas, flores, mariposas, puertas añosas, aldabones, rincones secretos, paisajes
desbordantes de sol y de oscuridad. Qué se yo. Pero todo esto, me lo pongo
todos los días como tarea. Y lo que hasta ahora he pintado dentro de un espacio
de 36 años, es el producto de una meditación muy profunda de mi realidad social, material, natural y
física que me rodea y, sobre todo, de la responsabilidad y autoexigencia que
debo asumir constantemente, ya que de todo ello depende, no sólo el
representarme a mí mismo como individuo y como artista, sino como un ciudadano
que ama a su país, en este caso el Estado plurinacional de Bolivia, y con toda
la fuerza de mi ser”.

PRIMEROS INTENTOS EN ALALAY
José Rodríguez Sánchez, evoca sus primeros
intentos: “Siendo adolescente me sumergí apasionadamente en el mundo del arte.
Gratamente fui descubriendo y describiendo mi entorno natural. Aprendí a ver
correctamente y revelar con ayuda de mi maestro, el pintor y escultor Germán
Olivera, que el artista es un verdadero confidente de la naturaleza. Y fueron
muchos centenares de dibujos y pinturas que al no cristalizar como obras de
arte, definieron sin embargo, en mí, una vocación muy poderosa que inició a los
l4 años, y que me condujo a realizar mi primera exposición en la sala de mayor
importancia de mi ciudad natal”.
El joven artista relató también que junto a
varios pintores de su generación como Darío Antezana, Gonzalo Torrico y José
Castro, hizo intentos por plasmar lo particular del paisaje de los pueblos
coloniales, de las cordilleras nevadas, de los centros mineros, del colorido de
la gente de diferentes regiones de Bolivia. “No puedo negarlo. Fui constante y
acepté que el camino del arte es complejo y que exige una total entrega.
Acepté, por ejemplo, que hay días de agotamiento y de grandes derrotas frente
al material, pero a pesar de todo el compromiso continúa incesantemente y que
dentro de mí, habita un artista que ya no puede vivir más de manera
convencional, como era el caso de mis colegas Ronald Martínez y Hernán
Zevallos, que como yo, miraban también sus mundos exterior e interior con los
ojos de la mente y el corazón”.
CRÓNICA MÁGICA DE BOLIVIA

¿Porqué ese sufrimiento y esa pasión por la
intensidad? Se le cuestiona al Maestro Rodríguez Sánchez:
“Porque el tiempo que le dedico a la
producción de cada una de mis obras plásticas, sintetizan mi pasión, mi amor y
entrega a la vida. Son instancias –a veces-, de conflictos interiores por
exteriorizar mi mundo subjetivo, que se empeña en transmitir de manera razonada
un contenido que provoque en el espectador éxtasis y deleite, pero también una
profunda reflexión, para mirar hacia adentro, este tiempo de vertiginosos
avances tecnológicos y retrocesos morales, en donde creo, aún podemos encontrar
momentos propicios para el cultivo del espíritu”, aseveró el artista.
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