PHILIP F. BRAGAR EXPONE IMPRESIONANTE
MUESTRA PICTÓRICA, EN EL CENTRO NACIONAL DE LAS ARTES
El internacional artista Philip F.
Bragar, continuará exponiendo hasta finales del próximo mes de
abril, del año en curso; una importante y numerosísima selección
de obras expresionistas, nada menos que en una de las grandes salas
principales del Centro Nacional de las Artes, de Churubusco y
Tlalpan. “Ciudad Bragar”, es el nombre de la magnífica muestra,
que contó con la exploración de uno de nuestros más talentosos y
experimentados especialistas de Arte, y que es el Maestro Guillermo
Santamarina. De esta manera, la exposición, está logrando no sólo
el éxito esperado, sino incluso una gran afluencia de visitantes
diariamente.
De esta manera, al encontrarnos frente
a frente con Philip F. Bragar, en el CNA, empezamos por preguntarle:
Phil, ¿en qué cree y no cree un pintor tan famoso como usted,
quien suma más de 50 años capturando rostros de ciudadanos alegres,
sonrientes, tristes, enfermos, sanos, angustiados, festivos o
introvertidos, enamorados o anhelantes, alertados o adormecidos?
Y se lo cuestionamos, porque sus
cuadros no sólo es un homenaje a México sino a todos los mexicanos
que usted ha encontrado en su camino. Es decir a ellos, a nuestros
paisanos, los ha concebido siempre rodeados de enormes edificios,
Metros, camiones, metrobuses, automóviles, semáforos, ruido,
vendedores ambulantes, contaminación, anuncios luminosos, cines,
tiendas, teatros ambulantes, vida, vida y más vida; o,
simplemente, son conducidos por usted a un expresionismo que a sus
observadores les resulta adictivo y fascinante. En fin, ¿En qué
cree o no cree Philip F. Bragar?
El newyorkino más mexicano que se ha
detectado en las últimas cinco o seis décadas en nuestro país;
simplemente sonríe y explica con su irrenunciable acento
norteamericano: “Mira Ana María, para empezar, no creo en
ortodoxias religiosas, ni en izquierdas, derechas o centros capaces
de definir posiciones políticas. No creo tampoco en las fórmulas
mágicas de ambiciones futuristas que exponen como únicos
fundamentos, el dinero, las guerras, los armamentos nucleares o las
competencias tecnológicas. Tampoco creo en lo estrictamente malo o
estrictamente bueno. Pues creo que mucho de lo que se conoce como
malo es bueno, y mucho de lo que aseguramos que es bueno, a la larga
viene siendo malo.
“Yo en lo único que realmente creo,
porque lo siento, y porque siempre se encuentra en lucha permanente,
es en el Hombre. Un Hombre de Amor y Esperanza, que alcanzará algún
día, la perfecta fórmula para sostener el Cielo en sus manos, y
aprender de una vez por todas, a vivir en dorada, efectiva y
luminosa convivencia pacífica con todos los infinitamente diferentes
seres vivientes que lo rodean. Y lo creo y lo aseguro, porque el
Hombre, Ana María, se encuentra en pleno aprendizaje. Está hecho de
conocimientos y de desconocimiento total. Está hecho de Cielo e
Infierno. De ángeles y demonios, De dolor y alegría, de pasión y
templanza. Sabe y conoce solamente en forma limitada. “ “Para
explicarme mejor, nuestros hermanos hombres, miran hasta donde sus
ojos alcanzan a mirar y escuchan hasta donde sus oídos le permiten
escuchar. Su boca, está hecha para saborear frutos y no para
desgarrar. Y sus manos que se empeñan en demoler rocas, están
conformadas para acariciar flores, tocar arroyos azulados, y dar
calor y abrigo a pájaros heridos”.
“Mira Ana María, creo que el Hombre
está en plena búsqueda de sus orígenes. En pleno camino de la
comprensión de su Gen Divino con el que fue concebido. Y creo, me
late, que se encuentra en el camino correcto y en la consciente
prueba de lo que puede entenderse por su última oportunidad”.
Correcto –secundamos al Maestro
Bragar--, ¿Y de todo esto está hecha su pintura?
¿De todas estas cosas se conforma su
actual exposición “Ciudad Bragar, México”?
LOS HOMBRES SE ALIMENTAN DE HOMBRES
“¡Claro que de todo esto Ana María!.
Porque sin tratar de dar mayores explicaciones, el hombre está
entendiendo que su alimento espiritual depende del resto de sus
semejantes. Que los hombres no podemos vivir sin los hombres.
Enloqueceríamos. Perderíamos el sentido pleno de la existencia. Y
que nuestro alimento esencial es la diversidad etnológica,
espiritual, religiosa y cultural contenida armoniosamente en toda la
Raza Humana
¿Porqué no pinta personas bonitas? Le
preguntamos de repente.
MI OBRA TODA, ES UN HOMENAJE A LA GENTE
“Porque creo que mis personajes
fueron concebidos en una dimensión no convencional de la belleza.
Porque mire usted, cuando yo pienso en seres bellos, los imagino
primero muy vivos. Es decir, personas con todos los sentidos
encendidos. Iluminadas por cientos de miles de luces interiores. Los
seres apagados, conformistas, aquietados, no están invitados a mi
mundo. La gente que yo pinto, está llena de electricidad, de
vibraciones y de energía. Si ama, ama con toda su alma. Si llora, lo
hace de manera extrema aunque no le salga una sola lágrima. Mi
gente, mis señores y señoras, Ana María, son excesivamente
fuertes; con todas las antenas activadas interior y exteriormente.
Mis gentes cantan, gritan, se quejan, se manifiestan, corren, caminan
rápido y luchan. Luchan mucho, muchísimo para comer, para pagar su
renta, para sostener sus necesidades básicas y las de su familia.
Luchan como pueden y hasta donde pueden. En oficinas, en tiendas, en
casas, limpiando parabrisas, vendiendo frutas y quesadillas o
tragando fuego en las esquinas. Por eso los amo. Por eso pinto sólo
para ellos y jamás, jamás, desde hace muchas décadas, los he
abandonado. Por eso les rindo un homenaje eterno. Perenne. Un
homenaje a su fortaleza de hombres de ciudad. De seres que no se
rinden. Que siempre están animados y que demuestran lo que son y lo
que valen a cada instante”.
Representativa de esa cuerda
expresionista –dice Santamarina--, la estética de Bragar condena
la mecánica que reduce a los individuos a la condición de unidades
modulares, sin perfiles distintivos, o gestos de reclamación
existencial. Pero será precisamente con esos factores de percance,
paradójicamente, que prescribirá, una y otra vez su sublevada
iconografía.
Su posición moral –agrega el
crítico--, (en paso confiado por tierra no firme) que al mismo
tiempo manifiesta sus señales de sincera protesta, o se expresa en
ineludibles matices de melancolía, también retoza con la mística
altamente sospechosa del élan vital. En consecuencia, ostensible de
desenfado, intuición subjetiva y de erotismo, opuestos a la razón,
exactitud alegórica, la marca de estilo (sobre todo comercialmente
poco efectivo en un panorama de gusto conservador como el
predominante en ciertas dimensiones de nuestro país), técnica
rebuscada, y en resumidas cuentas, a toda forma de
cultura-domesticación.
“Irreprochable testigo de una ciudad
–expresa el Doctor Santamarina--, que se cae una y cientos de
veces. La del mismo tipo que se vuelve a integrar, como reptil
trágico, o que se planta escenario de romanticismo inexorable:
negro, rojo nubarrón, negro otra vez. Pero también, consecuente
nostálgico, a los estruendos cromáticos del cielo tropical, o de
aquellos rudamente inyectados de vientos que el polvo de la ilusión
tiñó”, colocando el especialista a Bragar en materia de “ritmo
y brío”, a E. Munch y E. Nolde, de M. Hartley y P. Guston, de G.
Baselitz y A.R. Penck, o incluso un soplo de J.C. Orozco, o de G.
Venegas y R. Turnbull, que en más de dos cosas, además de la
paradójica contemporaneidad, pueden ser relacionados”, puntualizó.
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