ANA MARTHA FUENTES, EN LA EXPOSICIÓN
COLECTIVA “GEA, LA MADRE TIERRA”, JUEGA CON EL SENTIDO DE LA
LIBERTAD EXPRESIVA, MEDIANTE UNA PECULIAR PROPUESTA ESCULTÓRICA,
DONDE LOS FÓSILES, INFINITAMENTE IMAGINADOS, TRASCIENDEN DENTRO DE
TODA LA DINÁMICA ESCÉNICA, A MANERA DE UNA MÍSTICA LECTURA;
ENCAMINADA A EXALTAR CON ADMIRACIÓN, RESPETO Y AMOR, TODA ESA
MISTERIOSA SENCILLEZ CONOCIDA SIMPLEMENTE COMO “NATURALEZA”


Ana Martha, ataviada con un traje muy
fresco y muy cerca de dos de sus esculturas, una figura de mujer
embarazada y un montaje espléndido quizá de semillas…tal vez de
capullos… aspira una imaginaria brisa marina dentro del ambiente
del montaje, y nos abre sus energías creativas, para definir a El
Corredor Informativo, cómo fue bordando cada uno de los trabajos
exhibidos; mismos, que a manera de esas libertades de amplio espectro
fueron trascendiendo también, no sólo a propuestas espontáneas y
vivaces, sino a movimientos conceptuales que en materia escultórica
los críticos suelen reconocer como sugerencias para performance;
colocadas casi siempre, sobre plataformas, muros o celosías.
Apreciación, que nuestra entrevistada complementó con una
interesante explicación:
Indicó Ana Martha Fuentes, que
“Germinando”, fue específicamente concebida por ella, en
referencia a La Madre Tierra. “De esta manera y mediante la
alteración de una misma forma ---jamás repetida---, intenté
representar el concepto de la evolución en la vida, con seres tan
primigenios como pueden ser un capullo, una ostra o una semilla,
criaturas que de la noche a la mañana vemos transformados en un ser
vivo que lo mismo puede ser una flor, un molusco o un quelonio.
“Deseo agregar también, que “Germinando”, está creado con un
concepto heterogéneo de formas, ya que todas y cada una de las
piezas, presentan una variedad muy amplia de peso, medida,
equilibrio, balance y pigmentación; con el propósito de darle al
conjunto un juego estético de forma, ritmo, movimiento volumen y
vibración, tal y como ocurre en cada ecosistema o escenario
biológico”, aseveró la joven artista.
La expositora nombra su escultura “La
Espera”, como la relación de una mujer embarazada con el origen de
la vida. O sea, la vida dando vida. Y esa espera, justamente, expresa
un canto no sólo a la vida fetal, al huevo, a la composición
embrionaria, al crecimiento tranquilo y paciente de una bolsa
envolvente con agua, nutrimento y tibieza, como ocurre con casi todas
las criaturas de la Naturaleza; sino incluso con el parto
escandaloso de un volcán o quizá, simplemente, con ese misterio
transparente, brillante y milagroso, que constituye la repentina
aparición de una diminuta y frágil gota de lluvia. “La Espera,
para mí, es una escultura demasiado reveladora no sólo desde el
punto de vista filosófico y espiritual sino incluso teológico”,
observa la autora, quien finalmente agrega:
“En la pieza…y se acoplaron”,
pretendo demostrar, igualmente, cómo en la naturaleza, existen seres
que mediante el movimiento orgánico, logran no sólo su crecimiento
viviente, sino incluso y de manera muy seductora, el amoroso acto
corporal que consiste, simplemente, en entrelazarse… para convivir
juntos… y para siempre”.
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