“PARA PINTAR, ELIJO EL REINO ANIMAL. YA QUE
PREFIERO EL INSTINTO, A ESAS TRAMPAS DE VANIDAD LLAMADAS INTELIGENCIA,
INTELECTO, INFORMÁTICA O TECNOLOGÍA; Y QUE MANTENGO LO MÁS ALEJADAS POSIBLE DE “ENSOÑACIÓN”,
“SUSPIRO”, “DELICADEZA”, “PLACIDEZ”, “ARMONÍA” “ROMANCE”
O “SENSUALIDAD”, QUE SON ALGUNAS DE MIS
MUSAS FAVORITAS Y QUE, CUANDO ME ACOMPAÑAN,
SE DESLIZAN DENTRO DE MI, CON LA
SUAVIDAD DE UNA HOJA AL VIENTO”: LEONARDO NIERMAN
Por Ana María Longi, reportera de guardia de
El Corredor Informativo.
Conversar con el artista plástico mexicano,
Leonardo Nierman, se transforma también, en una especie de canto para el alma.
O quizá hasta en un Decreto. Especialmente, cuando el Maestro enarbola la
bandera de su más amada especialización: La Pintura o Su Pintura. Y es que la personalidad
franca y magnética de este artista rubio y de ojos intensamente azules; parece
llenar todo el espacio físico de una entrevista: sobre todo, cuando reflexiona de
manera inesperada de todo aquello que suele ocurrirle antes de ingresar a la
misteriosa ventana de la tela en blanco.
“Mira, para empezar te diré que no existen más
de 3 reinos: El Mineral, con el que tenemos muy poco que ver; el Vegetal del
que somos primordialmente clientes; y el Animal. Y tengo algunas razones para
suponer que justamente dentro de ese Reino, el Animal, se pueden encontrar los
artistas. Y lo que sucede, es que en realidad todas las artes y todos los
conocimientos humanos están intercomunicados. Sería muy difícil pensar en una
pintura sin poesía, sin literatura, sin música, sin arquitectura o sin
filosofía.
“O sea que el artista tiene quizá más
libertades de equivocarse. Porque si un cuadro no te sale bien, o si un poema
no te sale bien; no es tan grave, como si una neurocirugía no te resultara
bien. Entonces, yo no dudo que hay artistas que se apoyan más en el intelecto,
en las trampas de vanidad, en la inteligencia, la informática o la tecnología.
Pero por cuestiones de temperamento, yo he escogido como parte del Reino Animal
el instinto, en lugar de esa trampa de vanidad llamada inteligencia, por
ejemplo”.
¿INTELIGENCIA O INSTINTO?
¿Y cómo es posible crear arte prescindiendo de
la premeditación inteligente?
“Porque la inteligencia está encuadrada dentro
de las limitaciones humanas. Es decir, sensible a equivocaciones y a errores.
Si fuéramos tan inteligentes como decimos o sentimos serlo, no nos pasaríamos
la vida peleando. Creo que por esto, existen muchos renglones en los cuales el
animal nos lleva mucha ventaja. Menos quisquilloso, menos ambicioso, Menos
cruel. Menos combativo. Menos compulsivo. Por lo menos, hasta donde yo sé,
nunca ha habido guerras de leones contra elefantes; leones contra leones;
tigres contra tigres. Si matan, es sólo para comer. Porque todos esos
seguimientos de matar por entretenimiento en la Tauromaquia , o en las
cacerías de elefantes, constituyen las llamadas causas y efectos de la Inteligencia.
Entonces , yo a través de 50 años, o de un poco más. De jugar
con los colores o con las formas, prefiero apoyarme en la intuición. Prefiero
apoyarme en el sueño. Prefiero huir de esa vulgaridad llamada realidad”.
¿Cuándo está cerca de la pintura realizada por
otros colegas, bajo que puntos de vista la analiza?
“Para responder a esta pregunta con
connotaciones tan amplias, prefiero acudir a un ejemplo. Alguna vez un colega
pintor se me acercó y me dijo: “Oye Leonardo, te quiero confiar algo. Hace
cerca de tres años, que no vendo un cuadro. Yo estoy muy desconcertado entre
otras muchas emociones. ¿Qué me puedes decir al respecto? Y yo le dije. Dime
una cosa. Y que sea la respuesta más sincera posible: ¿Te gusta tu pintura? Y
él se quedó callado algunos instantes. Y yo percibí como una dolorosa realidad,
que su silencio era más que elocuente. Finalmente me respondió que no le
gustaba.
¿LUNA DE MIEL CON INSTRUCTIVO?
¿Y cómo logra un pintor aprender de sí mismo?
“Mira Ana María, tú sabes que cuando hablamos,
al mismo tiempo aprendemos. Se escucha y la información entra por los oídos.
Alguna vez, en casi medio siglo de errores y ocasionalmente aciertos, he
desarrollado una manera de soñar y de sentir, tan especial que elimino hasta
donde es posible, el pensar. Y esto es, porque creo que en el mundo del arte,
el pensamiento estorba. Esto es, porque alguna vez comenté, que pintar y pensar
simultáneamente, es como el individuo que se va de Luna de Miel y se lleva un
instructivo. Y pues no. No es conveniente”, responde Nierman con su ingenioso y
muy frecuente sentido del humor.
MI PINTURA NO CONSTITUYE PARA MÍ UNA GRAN
BÚSQUEDA
¿Debo suponer que su pintura no es entonces
algo así como “una gran búsqueda”?
“Efectivamente. Porque contrariamente a eso
que se piensa que es mi pintura. Ésta no es una profunda búsqueda. Sino que se
trata de una aventura tan sencilla como deslumbrante. Asombrarte, de ver una
sombra. Un relámpago. Un insecto. Esto es, porque creo que el arte debe tener
un enfoque de juego. De la misma manera que en español se dice, tocaré el
piano, tocaré el violín, en inglés se dice: to play piano, to play music. Y
ello se debe simplemente porque to play, significa jugar. Yo no quisiera nunca
sentir que el acto de pintar se defina como “trabajo”. Es un juego. Además es
una aventura. Una gran aventura exactamente.
Existen algunos pintores que antes de salir de
su casa, le dicen a su mujer: “Amor, ya me voy a trabajar”. Y esto es algo tan
falso como el individuo que pronuncia esta misma frase, y que se dirige a jugar
dominó con sus amigos. Es decir, el que le llama trabajo a la aspiración de
alcanzar un arte mediante su vocación, es un impostor, porque le está llamando
trabajo a su aventura. Ahora bien. No
niego que algunas veces la desilusión existe, cuando no encuentras la respuesta
justa a tus emociones. Pero en términos
generales sí es un juego agradable.
PINTAR ES COMO UN ROMANCE
¿Pintar para usted, podría ser también como
una especie de romance?
“Desde luego --–responde el Maestro Nierman
con una especie de chispazo de travesura en sus ojos---, y no sólo eso, sino
que es además casi, casi, un acto de pornografía. Cuando sientes que lograste
el sutil y perfecto encuentro entre dos colores, no puedes evitar una especie
de placer salvaje y hasta selvático. Especialmente, cuando encuentro o me doy
de manera aventurera. Podría agregar que
se trata también de sorprendentes sistemas de simplificación relacionados todos
ellos con mi propia vida. Por ejemplo, yo ya no opino si un cuadro es bueno o
es malo. Yo lo que opino es si me emociona o no me emociona. Igual lo aplico
cuando escucho una sinfonía”, expresa el también alejado intérprete de violín,
Leonardo Nierman.
EL ARTE DEBE ENRIQUECER
“Yo voy a muchos conciertos, continúa
expresando el artista. Muchísimos. Y con alguna frecuencia, los encuentro
aburridos. No es que la obra sea mala, sino que simplemente no tocan ciertas
zonas del alma que me cierren la garganta o me humedezcan los ojos. Yo no
quisiera decir muy a solas, que estén equivocados porque no siento humedad en
mis ojos. Lo que me pasa es que lo mismo que me ocurre cuando viajo. Regresar
con un abanico de recuerdos. Y es quizá esos recuerdos, lo que todos buscamos
de manera invariable para llegar más enriquecidos –y con las manos más llenas—a
la vejez. Poder recordarlas y soñar un
poco. Y bueno, no se trata de una
filosofía, sino de una actitud mía acerca de la vida, de la muerte, del Tiempo.
Y del uso que se le quiera dar al Tiempo. ¿Y qué es lo que quieres
atesorar? Pues lo más selecto que el ser
humano tiene: Belleza, plenitud, recuerdos.
MI INCENTIVO MAYOR ES LA SORPRESA
“Entonces quedamos en que el único incentivo
que me guía realmente para pintar, es la sorpresa. Porque para ilustrar un poco
lo que digo, si yo escucho un Debussy, lo más probable es que yo pudiera
sumergirme en la siesta de un fauno o de un Peleas y Melisande. Pero si en la Radio sale de repente un
Offenbach, como digamos La vida parisiense o Los cuentos de Hoffman,
seguramente sus notas girarán alegremente alrededor de mi pintura. Y la magia simplemente crecerá, se divertirá
y se unificará con todas esas aproximaciones de color que estoy
inventando. Por otra parte, yo jamás he
pretendido ni pretendo, que algunos de los espectadores que contemplan mis
pinturas, muestren, en algún momento, algunas de las emociones que yo
experimento cuando inicio o termino un cuadro. Más bien lo que a mí me
complace, es percatarme de que mis cuadros no sólo sean utilizados por la gente
como unas ventanas mediante las cuales puedan asomarse a mi mundo; sino que, al mismo tiempo, ambos experimenten
un encuentro feliz. Un encuentro de
sentimientos, de color, de fantasía, de emociones y hasta de interrogantes. Un
milagro verdadero, que sólo ante la llegada de un visitante, el cuadro logre
intensificar su esencia, nacer y dar a luz”.
Se le pregunta a Leonardo Nierman, si su
pintura podría concebirse como una escritura espiritual dedicada a Dios, desde
hace unos 50 años o más. Y el artista responde:
“Así que atendiendo a mi llamado, llegó no
solo a conocer mi pintura sino a cocerme a mí.
Y en algún momento, me indicó que yo le explicara qué era lo que yo
sentía en el momento de estar pintando. Y yo le empecé a describir que lo que
sentía era una especie de flamazo sobre un fondo oscuro de cielo situado dentro
de una profundidad cósmica. Pero que también, sobrevenían muy dentro de mí, una
especie de choque de varios colores que al provocarme una emoción muy intensa,
se generaba al mismo tiempo la magia. Y bueno, Horacio Ferreyra al dar un
manotazo en la mesa y exclamó:
“Leonardo, haz mencionado la palabra magia varias veces y te quiero
preguntar: ¿Tú crees en Dios?
“Y en ese momento justamente, mi respuesta fue
contundente: “Sí. Por supuesto. Y él me
respondió: ¿Por qué? “Porque mira, son
tantos los paquetes y los regalos que yo recibo, que ¡caramba! Alguien debe de
estarlos mandando. Y ese alguien no puede ser otro más que Dios. Por otra parte, existen ocasiones en que me
siento tan orgulloso de mi felicidad, de mis satisfacciones y de mis
plenitudes, que no puedo evitar el sentir no sólo un infinito agradecimiento a
El Padre, sino incluso una gran envidia de mí mismo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario