lunes, 10 de diciembre de 2018

Magistrado Elfego Bautista

Nubes de copal y ritos de pueblos originarios, sinergia de la fiesta nacional del 1º de Diciembre

·         El presidencialismo en Méxic.
·         Se esperan muy buenos resultados del nuevo gobierno.
·         Quizá ninguna otra Toma de Protesta fue tan emotiva ni causó tanto interés como esa, a tono con las grandes expectativas que López Obrador despertó en el pueblo a lo largo de años en combate político y social, afirmó el Magistrado Élfego Bautista Pardo

BLAS A. BUENDÍA
Reportero Free Lance
filtrodedatospoliticos@gmail.com

No hay fecha que no se cumpla, ni plazo que no se venza: el pasado 1º. de diciembre, Andrés Manuel López Obrador asumió la máxima magistratura del país al convertirse en el Presidente de la República -el mandatario número 79, de acuerdo con el listado de México Desconocido-, consagrado como nadie antes, en medio de nubes de copal, con ritos de los pueblos originarios, en medio de un ambiente impresionante con tintes de fiesta nacional. No lo rompió ni una sola de las voces críticas al nuevo gobierno existentes incluso antes de la toma de protesta.
Las anteriores apreciaciones fueron externadas por el Magistrado civilista Élfego Bautista Pardo, quien exaltó que “quizá ninguna otra Toma de Protesta fue tan emotiva ni causó tanto interés como esa, a tono con las grandes expectativas que López Obrador despertó en el pueblo a lo largo de años en combate político y social, de aquí que se esperen muy buenos resultados del nuevo gobierno, sobre todo en materias de seguridad, económica y social”.
Millones de ciudadanos, dijo, creemos en la capacidad y sincera entrega del nuevo Presidente y que su gabinete actuará en consecuencia; todos, sin excepción, esperamos que obtengan grandes resultados que lleven a México al desarrollo, la paz y la seguridad que merece. Sabemos que gran parte de las decisiones vendrán del Poder Ejecutivo, y debemos estar conscientes de la sinergia indispensable con los Poderes Legislativo y Judicial, para mejorar la vida de todos los mexicanos.
Consideró, en este contexto, que la figura del Presidente es de importancia máxima, ya que desde 1824 México se erigió en Estado con sistema democrático y presidencial.
Un Estado democrático, afirmó en su análisis Así es el Derecho, puede organizar de diversas formas el poder político. Las más conocidas son el sistema presidencial y el sistema parlamentario.
El primero, apuntó, impera en América Latina y es el único que hemos conocido en nuestro país a partir del gobierno de Guadalupe Victoria.
Su característica, explicó, es que el Presidente es Jefe del Estado y del gobierno a la vez, es electo popularmente, no puede ser removido por votación del Parlamento o del Congreso; designa a los miembros de su gobierno y no admite ninguna clase de autoridad dual que se interponga entre él y su gabinete.
El sistema presidencial, como el sistema parlamentario, subrayó, es bastante adecuado para lograr gobernabilidad y constituye terreno fértil para la democracia.
Durante el siglo XX, recapituló, el sistema presidencial en México se transformó en presidencialismo, siempre criticado en vista del poder exacerbado concedido al titular del Ejecutivo.
Explica: “Comenzó en 1934 con la llegada de Lázaro Cárdenas a la Presidencia. Él fue configurando una figura presidencial tan poderosa que incluso llegó a controlar a los Poderes Legislativo y Judicial y dejó en simple teoría una de las recomendaciones fundamentales de Montesquieu”.
El ejercicio de este poder ilimitado, precisó, se mantuvo a lo largo de la vida del Partido Revolucionario Institucional como partido de Estado –con interrupción de 2000 a 2012- hasta el sábado primero de diciembre. Durante ese periodo las atribuciones del Presidente fueron las otorgadas por el artículo 89 de la Carta Magna y otros preceptos alusivos, y las metaconstitucionales, entre las que se destacan el liderazgo del partido, la designación de su sucesor y la postulación y remoción de gobernadores.
“En nuestra opinión, más allá del Sistema Presidencial o del Parlamentario, en un Estado democrático lo más importante es que los intereses del soberano, es decir del pueblo, y el respeto irrestricto a los derechos humanos de todo individuo, sean guía de las acciones, así se logran –realmente- gobernabilidad, seguridad y desarrollo”, aseveró.
Puntualizó: “Y aunque gran parte de las miradas se encuentren sobre el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que supo convertirse en catalizador de las esperanzas de los mexicanos, todos tenemos mucho que hacer junto con él para lograr el México de oportunidades y derechos que merecemos”.
El Magistrado Élfego Bautista Pardo, es titular de la Quinta Sala Civil, Ponencia 3, del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.

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